Explorador del Ártico
británico y capitán de la Royal Navy.
Murió junto con todos los miembros de su expedición en el Ártico canadiense,
mientras pretendían el Paso del Noroeste. El destino de esta expedición fue un
misterio sin resolver hasta doce años después de su desaparición.
PRIMEROS VIAJES
John Franklin nació en
1786 en Spilsby, Lincolnshire. Era uno de los doce hijos de una familia que
había prosperado gracias al comercio. Una de sus hermanas fue madre de Emily
Tennyson, esposa del poeta Alfred Tennyson.
A pesar de la oposición
inicial de su padre, Franklin estaba decidido a hacer carera en el mar.
Finalmente, su padre cedió, permitiéndole que realizara un viaje de prueba en
un barco mercante. Este viaje fortalecería la intención inicial del joven
Franklin quien, con sólo 14 años, consiguió el consentimiento de su padre para
alistarse en la Royal Navy, formando
parte de la tripulación del HMS
Polyphemus. Participó en 1801 en la primera batalla de Copenhague.
A continuación tomó
parte junto a su tío, el capitán Matthew Flinders, en una expedición que
exploró la costa de Australia a bordo del barco HMS Investigator. Al regresar de esta expedición volvió a las
Guerras Napoleónicas, sirviendo en 1805 en la batalla de Trafalgar a bordo del HMS Bellerophon. En 1815 participó en la
batalla de Nueva Orleans.
El primer viaje de
Franklin al Ártico fue en 1818 como teniente bajo las órdenes de John Ross y
aquellos territorios le fascinaron.
Entre 1819 y 1822,
durante una desastrosa expedición a pie por los territorios del Noroeste de
Canadá a lo largo del río Coppermine, perdió a once de los veinte miembros de
la partida. La mayoría murió de hambre, pero hubo al menos un asesinato y se
sospechó de algún caso de canibalismo. Los supervivientes tuvieron que comer
trozos de grasa quemada con líquenes e incluso llegaron a comerse sus propias
botas de cuero. Esto hizo que Franklin se ganara el apodo de “el hombre que se
comió sus botas”.
A su regreso a
Inglaterra en 1823, Franklin se casó con la poetisa Eleanor Porden (1795-1825).
Ella murió de tuberculosis en 1825. Poco tiempo antes, su insistencia y su mal
estado de salud habían logrado convencer a su marido de que no se embarcara en
una nueva expedición ártica. Finalmente se realizó la expedición, esta vez
mejor preparada y con más suministros, recorriendo aguas abajo el río Mackenzie
para explorar el Mar de Beaufort.
En 1828 el rey Jorge IV
le nombró caballero y ese mismo año se casó con Jane Griffin (1791-1875), una
avezada viajera que se mostró indomable durante su vida en común.
Franklin fue nombrado
gobernador de Tasmania en 1836, pero fue retirado del cargo en 1843, en parte
por sus intentos de reformar la colonia penal allí emplazada.
DRAMA EN EL ÁRTICO
El hecho de desaparecer
motivó una actividad frenética en el Ártico, Lady Franklin costeó varias
partidas de búsqueda, mientras que otras se desplazaron simplemente porque su
búsqueda había cautivado la imaginación popular. La situación llegó al punto de
que había diez barcos británicos y dos estadounidenses dirigiéndose al Ártico.
Sin embargo, el resultado no fue muy positivo, se perdieron muchas más vidas en
la búsqueda de Franklin que las que supuestamente se iban a salvar, ya que,
aunque su objetivo público era encontrarle, muchas de estas expediciones
buscaban en realidad el Polo Norte.
Las baladas que contaban
el destino de Franklin se volvieron bastante populares. Lady Franklin compuso
la elegía Lord Franklin en recuerdo
de su marido.
En el verano de 1850,
varios de los navíos que buscaban la expedición de Franklin convergieron en la
isla Beechey, en el canal de Wellington, lugar donde se encontraron los
primeros rastros de la expedición desaparecida: las tumbas de tres hombres que
habían muerto por causas naturales en 1846. Pero ni Franklin ni sus hombres
habían dejado mensaje que pudiera orientarlos en su búsqueda.
En 1854 el explorador
John Rae descubrió más evidencias del destino corrido por la expedición de
Franklin. En realidad, Rae no estaba buscando a Franklin, sino que estaba
explorando la península de Boothia para la Hudson
Bay Company. Durante su viaje, Rae encontró un inuit que le habló de un
grupo de 35 o 40 hombres blancos que habían muerto de hambre cerca de la
desembocadura del río Back. El inuit le mostró varios objetos que fueron
identificados como pertenecientes a Franklin y sus hombres, así como cuchillos
hechos con trozos de acero de los barcos abandonados.
Lady Franklin encargó
una última expedición bajo el mando de Francis Leopold McClintock con el
objetivo de investigar los informes de Rae. En el verano de 1859, la partida de
McClintock encontró un documento en un mojón de piedras levantado en la primera
expedición de James Clark Ross unos años antes en la isla del rey Guillermo.
Dicho documento había sido escrito en dos fechas diferentes. En la primera en
mayo de 1847, redactada por el teniente Gore, un oficial de la expedición, se
describía de forma sucinta la ruta de la expedición hasta ese momento. La
segunda y posterior, de 25 de abril de 1848, firmada por James Fitzjames y
Francis Crozier, capitanes del HMS Erabus
y el HMS Terror, respectivamente, daba noticia de la tragedia que estaba
aconteciendo a la expedición, fechando la muerte de Franklin el 11 de junio de
1847 y proporcionando además otros detalles, como que los barcos habían quedado
atrapados en el hielo desde el 12 de septiembre de 1846 y que hasta esa fecha
nueve oficiales y quince hombres habían muerto y los supervivientes habían
abandonado los barcos el 22 de abril para dirigirse al sur e intentar alcanzar
el río Back.
McClintock también
encontró varios cuerpos y una increíble cantidad de equipo abandonado,
recabando de los inuit más detalles del desastroso final de la expedición.
TEORÍAS SOBRE LA DESAPARICIÓN DE FRANKLIN
Existen varias teorías
acerca de lo que les sucedió a Franklin y sus hombres. Franklin era del tipo de
oficiales imperiales que creían que la naturaleza podía ser sometida por la
civilización, por lo que entre el equipo de la expedición llevaba una vajilla
de plata y jarras de cristal. Es posible que las limitaciones impuestas por
este equipaje supusieran una cantidad insuficiente de material verdaderamente
imprescindible. Esto, unido a la falta de interés o a la incapacidad para
aprender las técnicas de supervivencia de los nativos inuit podría haber
desencadenado el desastre.
Por otra parte, sus
barcos se quedaron atrapados en el hielo durante los inviernos, mucho más
tiempo del que ellos habían previsto. También se sugirió la posibilidad de que
la expedición falleciera por un envenenamiento a causa del plomo que podrían
haber ingerido con la comida enlatada. En aquella época este tipo de latas iban
selladas con dicho metal. En los esqueletos y muestras de tejidos blandos de
los exploradores se encontraron evidencias a favor de esta hipótesis,
También se encontraron
pruebas de que recurrieron al canibalismo. Sin embargo, según las descripciones
aportadas por los inuit, la causa más
probable de la muerte de los expedicionarios fue el escorbuto. Finalmente,
puede que todo se debiera a una combinación de mal clima, intoxicación con la
comida enlatada, una pobre planificación y una mala salud.