Adelantado y explorador español que viajó
a América y participó en 1522 en la expedición de Gil González de Ávila que
descubrió la costa de Nicaragua.
En 1524 pasó a las órdenes de Francisco
Hernández de Córdoba, fundador de las ciudades de Bruselas, León y Granada en
la provincia de Nicaragua. En 1532 fue gobernador de la isla de Cuba entre 1538
y 1539, año en que partió a la conquista de la Florida.
INICIOS
EN LA EXPLORACIÓN
Los padres de Hernando de Soto eran
hidalgos, de la región de Extremadura, un lugar donde abundaba la pobreza y por
lo cual mucha gente joven buscó maneras de hacer fortuna en otros lugares.
Existe una controversia sobre el lugar de su nacimiento entre las localidades
de Badajoz, Barcarrota o Jerez de los Caballeros. El primer dinero que ganó en
el Perú lo envió a sus hermanos residentes en Barcarrota, sin embargo, estipuló
que su cuerpo fuera sepultado en Jerez de los Caballeros, porque era allí donde
se encontraban enterrados ya otros miembros de su familia.
En 1514, Hernando de Soto acompañó a Pedro
Arias Dávila a las colonias españolas, desembarcando en Panamá. Sus posesiones
en aquel tiempo eran solamente un escudo y su espada. En 1523, se hizo líder de
una unidad de la caballería y fue con Francisco Hernández de Córdoba en su
viaje de descubrimiento y colonización a través de Nicaragua y de Honduras.
Soto ganó fama como jinete y como
combatiente de tácticas excelentes. En un conflicto por la supremacía de
Nicaragua, luchó para Pedro Arias Dávila, también llamado “Pedrarias” contra su ex-jefe Gil González Dávila.
González se había separado del grupo para
explorar y conquistar Nicaragua por su cuenta. Proveniente de Santo Domingo,
había entrado por Paso Caballos en Honduras en su vía terrestre hasta
Nicaragua. Hernando de Soto le denunció, fue a su encuentro partiendo de
Nicaragua y derrotó a González en Toreba, Honduras.
PRIMERA
EXPEDICIÓN: AMERICA DEL SUR
En 1528 Soto condujo su propia expedición
a lo largo de la costa de Yucatán, esperando encontrar la conexión directa por
el mar, entre el océano Atlántico y el Pacífico. Luego acompañó a Francisco
Pizarro, como capitán, en su empresa en Perú. Descubrió la ciudad de Cajas. Con
un grupo de avanzada de cincuenta hombres, fue enviado por Pizarro a la ciudad
de Cuzco, la capital del Imperio Inca, con el fin de abrir camino para el resto
de la tropa. En el trayecto se enfrentó numerosas veces al ejército de
Quisquis, ganando varias batallas y perdiendo algunas. Fue socorrido por Diego
de Almagro y juntos entraron en la ciudad imperial.
Después de que Atahualpa hubiera sido
arrestado durante la batalla de Cajamarca en 1532, Soto lo visitó a menudo
durante el confinamiento y allí emergió una amistad entre los dos hombres. Fue
enviado al norte a buscar al ejército de Rumiñahui y para unirse con Sebastián
de Belalcázar, pero realmente lo que se buscaba era alejarlo con el fin de
evitar la presencia de uno de los defensores del inca.
El 25 de agosto de 1534 fue recibido en
Cuzco como teniente de gobernador general y finalmente, decidió retirarse del
Perú a principios de 1536, para buscar nuevas aventuras cuando Diego de Almagro
escogió como su capitán a Rodrigo Ordóñez en su lugar para la infructuosa
expedición que emprendió al misterioso reino de Chile.
REGRESO
A ESPAÑA
Volvió a España en el mismo año de 1536,
llevando con él aproximadamente cien mil pesos de oro -su parte de la conquista
del Imperio Inca-. En este tiempo, Soto era famoso por ser el héroe de la
captura de Atahualpa. Fue a Sevilla, donde se casó en 1537, con Inés de
Bobadilla, la hija de Dávila, que pertenecía a una de las familias más
respetadas de Castilla, con mucha influencia en la corte española, bajo Carlos
I. Este periodo fue el ápice de reputación y de la abundancia de Soto.
Viendo los legendarios recursos en Perú y
leído un informe escrito por Alvar Núñez Cabeza de Vaca, Soto sospechó de una
riqueza similar en Florida.
Cabeza de Vaca era uno de los cuatro
supervivientes de la desastrosa tentativa de Pánfilo Narváez para conquistar la Florida. Soto vio su ocasión
para realizar una expedición famosa como las de Pizarro y las de Cortés. Fue
nombrado gobernador de Cuba por Carlos I, vendió gran parte de sus bienes y se
equipó para la expedición en aquellas tierras inexploradas. Su misión era conquistar,
situarse y pacificar los territorios desconocidos.
SEGUNDA
EXPLORACIÓN: LA FLORIDA
En Mayo de 1539, con alrededor de 700
hombres, veinticuatro sacerdotes y nueve naves, amén de 230 caballos, llegó a
la costa occidental de Florida, que se convertiría en Bradenton, y sur de
Tampa. Nombró al lugar Espíritu Santo. El objetivo de Soto era colonizar el
área, preferiblemente buscando una ciudad como Cuzco o Ciudad de México. Por lo
tanto, trajo varias toneladas de equipo distribuidos en herramientas, armas,
cañones, perros y cerdos. Además de los marineros, las naves trajeron a
sacerdotes, herreros, artesanos, ingenieros, granjeros y comerciantes. Pocos de
ellos habían viajado antes fuera de España, o peor aún, fuera de sus aldeas.
Comenzando en Espíritu Santo, Soto exploró
la Florida y
gran parte de los Estados Unidos meridionales. Ya en Florida, comenzó su
desgracia. En vez de estar lleno de oro, en el país abundaban los pantanos y
estaba plagado de mosquitos, siendo el clima extremadamente cálido y húmedo.
También los indios complicaron su labor de avance y exploración.
Los nativos habían tenido malas
experiencias con la expedición anterior de Pánfilo Narváez. Las tropas de Soto
fueron mucho menos brutales. No capturaron a indios para utilizarlos como
trabajadores y guías, no violaron mujeres y tampoco saquearon aldeas en busca
de alimento para sus hombres y caballos como lo hizo Narváez. Instaló cruces
cristianas en los lugares sagrados de los indios. Para asegurar el desarrollo
de la expedición, los españoles capturaron, a menudo, a jefes de las tribus
lugareñas.
El ayudante más importante de las tropas
fue Juan Ortiz, que vino a la
Florida en busca de la expedición de Narváez y fue capturado
por los uzica, una tribu de Calusa.
La hija del jefe Hirrihigua pidió por la vida de Ortiz, ya que su padre había
ordenado que lo quemaran vivo. Ortiz sobrevivió al cautiverio y a la tortura, y
se unió en la primera oportunidad, a la nueva expedición de Hernando de Soto.
Ortiz conocía el terreno y también ayudó
como intérprete. Como guía para la expedición de Soto, Ortiz estableció un
método único para dirigir la expedición y para comunicarse en los diferentes
dialectos tribales. Las guías de Paracoxi
fueron reclutadas de cada tribu a lo largo de la ruta.
El primer campamento de invierno de la
expedición se asentó en Anhaica, cerca del lago Tallas. El sitio estaba también
cerca de la bahía de Caballos, donde los miembros de la tropa de Narváez se
vieron forzados a comer caballos para sobrevivir. Este fue el único lugar de
toda la ruta en el cual los arqueólogos han podido establecer con exactitud que
estuvo la expedición de Hernando de Soto.
EN
EL NORTE (1540)
La expedición se aventuró a lo largo de
las montañas Apalaches del este y estuvieron a un paso de la aniquilación. Los
miembros de la avanzada tuvieron que negociar, a veces, los cerdos que traían
para obtener otros alimentos y en ciertas ocasiones debieron conseguir, por la
fuerza, lo que necesitaban. Cruzaron Georgia, Carolina del Sur, Carolina del
Norte y Tennessee.
Oyendo hablar del famoso tesoro del oro
del Cofitachequi, y acompañado por sus amigos, los ocute, la expedición continuó por ambas Carolinas. Estuvieron de
marcha durante semanas, sufriendo hambre y sed, con porteadores que no sabían
la manera de atravesar los territorios de Cofitachequi. No obstante, a mitad de
mayo de aquel año, la expedición descubrió la capital de la tribu, situada en
el sitio que hoy se conoce como Columbia, en Carolina del Sur.
Recibieron a los españoles con una
bienvenida relativamente amistosa. Los peninsulares exigieron ver el oro de la
ciudad inmediatamente. Tras un examen más detenido, el oro resultó ser simple
cobre. Encontraron algunas perlas y armas en la ciudad y continuaron después
tras su búsqueda de riqueza a través de las dos Carolinas, Georgia y Alabama.
Posteriormente siguieron con la idea de
conseguir más metal precioso, lo que los condujo a las supuestas reservas
gigantes de oro en el este. En el norte de Alabama encontraron la ciudad de
Mauvila (o de Mabila). La tribu de choctaw,
bajo el liderazgo del cacique Tascalusa, defendió la ciudad fuertemente
fortificada. Los españoles aguantaron un tiempo, pero luego la ciudad fue
atacada repetidamente, una y otra vez. En una batalla de nueve horas, murieron
veinte españoles, si bien el resto resultaron casi todos heridos, y veinte más
murieron en los días posteriores. Todos los guerreros de choctaw de ésa área -cerca de unos seis mil- murieron peleando o
fueron ejecutados o se suicidaron. Mauvila fue incendiada.
Aunque los españoles ganaron la batalla,
perdieron la mayor parte de sus posesiones y cuarenta caballos. Fueron heridos,
enfermaron y se encontraron sin equipo apropiado en un territorio desconocido y
hostil, rodeados de enemigos. Con la batalla de Mauvila, la cantidad de nativos
también disminuyó en la tropa en marcha. Durante la travesía, los españoles
volvieron a ser atacados, cada vez más, por un sistema intermitente de
guerrillas.
Mientras tanto los hombres de la tropa de
Soto perdieron las esperanzas y de allí en adelante sólo deseaban volver a la
costa, abordar sus naves y regresar a Cuba. Soto siguió soñando todavía,
ilusoriamente, con hacer nuevos descubrimientos.
EN
EL OESTE (1541)
La expedición volvió al norte, donde
encontraron la tribu Chickasawen donde Soto le exigió a la comunidad indígena
que le entregara doscientos hombres para servir de porteadores. Ellos se
negaron a aceptar esta demanda y, en cambio, atacaron el asentamiento español
durante la noche. Los españoles perdieron cerca de cuarenta hombres y el resto
de su equipo. Según los cronistas de la época, la expedición estuvo a punto de
ser destruida completamente. Por fortuna para la avanzada, los chickasaw les permitieron marcharse.
El 8 de mayo, tropas de Hernando de Soto
alcanzaron el río Misisipi, siendo los primeros europeos en avistar este río.
Soto se mostró muy poco interesado en este
descubrimiento porque representaba para él un obstáculo en su misión. Junto con
cuatrocientos hombres tuvieron que cruzar el amplio y caudaloso río, que era
patrullado constantemente por nativos hostiles. Después de casi un mes, y luego
de la construcción de varias balsas, finalmente cruzó con su gente el Misisipi
y continuó su recorrido hacia el oeste por la actual Arkansas, Oklahoma y
Texas. En invierno se establecieron en Autiamique, en el río Arkansas.
Después de un duro invierno, la expedición
española se diluyó y siguió delante de manera cada vez más irregular. Su fiel
intérprete, Juan Ortiz, había muerto, haciendo más difícil la tarea de
encontrar rutas, fuentes de alimento y, en general, entablar comunicación con
los nativos de la zona. La expedición se dirigió hacia el interior del
territorio conocido como el río Caddo, donde tomaron contacto con una tribu
nativa a la que llamaron tula y a la
que los españoles consideraron como la que disponía de los guerreros más
expertos y peligrosos que jamás hubiesen hallado. El encuentro entre europeos y
nativos posiblemente tuvo lugar en Caddo Gap (un monumento está en pie en
aquella comunidad). Tomando como base los documentos del legado de Soto y a lo
que indicó Garcilaso, los españoles volvieron posteriormente al río Misisipi.
MUERTE
DE HERNANDO DE SOTO
En la orilla occidental del Misisipi, en
el poblado indígena de guachoya murió
Hernando de Soto el 21 de mayo de 1542 a causa de la fiebre, dejando a Luís de
Moscoso de Alvarado a cargo de sus hombres. Puesto que Soto era considerado
inmortal entre los nativos, su cuerpo fue ocultado, en mantas lastradas con
arena, por sus hombres, quienes después lo hundieron en medio del río Misisipi
durante la noche.
Tras haber recorrido a pie buena parte del
sur de lo que hoy son los Estados Unidos y luego navegar por la costa del golfo
de México, los supervivientes guiados por Moscoso lograron regresar a la ciudad
de México en 1543.
En reconocimiento a este explorador,
muchos parques, ciudades, condados e instituciones de los Estados Unidos llevan
el nombre de Hernando de Soto, siendo los más destacados: el Memorial Nacional
de Soto en Bradenton (Florida); los condados de Soto en Florida; las cataratas
de Soto en el condado de Lumpkin (Georgia) y también en Misuri, así como muchos
parques y colegios en Alabama, St. Petersburg y Memphis (Tennessee).