Explorador
y Adelantado español en la época de la colonización española de América.
Participó en la invasión del Imperio Inca y, posteriormente, nombrado
gobernador en diversas poblaciones. Fue el descubridor del río Amazonas.
Nacido
en Trujillo (Cáceres) en 1511, era un íntimo (posiblemente familiar, algunos
historiadores hablan de primo) de la familia de Francisco Pizarro. Viajó al
Nuevo Mundo muy joven, con apenas dieciséis años, sirviendo como militar en
Nicaragua. Reforzó el ejército de Pizarro en el Perú (1535) y le sirvió en
múltiples campañas, en una de las cuales perdió un ojo.
Durante
la guerra civil entre los conquistadores del Perú, fue enviado por Francisco
Pizarro al mando de una columna desde Lima en ayuda de Hernando Pizarro. En
1538 fue nombrado gobernador de la provincia de la Culata, en la costa del
actual Ecuador, donde reconstruyó y repobló Santiago de Guayaquil, que había
sido recientemente destruida por los indios.
A TRAVÉS DE ECUADOR
En
1540, Gonzalo Pizarro llegó a Quito como gobernador y le fue encargado por
Francisco Pizarro organizar una expedición hacia el este, en busca del País de la Canela. Orellana
supo de esta expedición y se unió a ella. En Quito, Pizarro juntó una fuerza de
220 españoles y 4.000 indios, mientras que Orellana, segundo al mando, fue
enviado a Guayaquil para alistar más tropas y conseguir caballos. Pizarro
partió de Quito en febrero de 1541, justo antes de que Orellana, con 23 hombres
y caballos, se uniera a él.
Orellana
no abandonó y se apresuró para unirse a la expedición principal, contactándola
finalmente en el valle de Zumaco, próximo a Quito, en marzo de 1541. Fue el
tercer Teniente de Gobernador de Puerto Viejo después de haber asistido a su
pacificación y fundación donde perdió un ojo, en las inmediaciones de la actual
costa ecuatoriana, además de haber sido uno de los primeros célebres vecinos de
Puerto Viejo. Por ello existen documentos que acreditan la estancia de
Francisco de Orellana en los primeros cabildos coloniales de actuales ciudades
ecuatorianas.
EXPLORACIÓN DEL AMAZONAS
Cruzaron
los Andes. Al cabo de un año, ante la falta de resultados de la búsqueda,
Gonzalo Pizarro y Francisco de Orellana construyeron un bergantín, el San Pedro, para transportar a los
heridos y los suministros, y siguieron los cursos de los ríos Coca y Napo hasta
la confluencia de éste con el Aguarico y el Cucaray, donde se encontraron
faltos de provisiones. Habían perdido 140 de los 220 españoles y 3.000 de los
4.000 indios que componían la expedición.
Acordaron
entonces (22 de febrero de 1542) que Orellana prosiguiera en el barco río abajo
en busca de alimentos y esperó a Pizarro. Finalmente envió a tres hombres con
un mensaje y comenzó la construcción de un nuevo bergantín, el Victoria. Mientras tanto, Pizarro había
vuelto hacia Quito por una ruta más hacia el norte, con sólo 80 hombres, los
que quedaban vivos.
Orellana
siguió río abajo. Al cabo de siete meses y un viaje de 4.800 kilómetros,
en los que navegó por el río Napo, el Trinidad y el río Negro (bautizado así
por Orellana) y el Amazonas, llegó a su desembocadura (26 de agosto de 1542), y
desde allí se dirigió costeando a Nueva Cádiz en la isla de Cubagua (actual
Venezuela). El Victoria, llevando a
Orellana y Carvajal, bordeó la isla de Trinidad por el sur y quedó varado en el
golfo de Paria durante siete días, llegando finalmente a Cubagua el 11 de
septiembre de 1542.
Fue
en este viaje en el que el río Amazonas adquirió su nombre. Se cuenta que la
expedición fue atacada por feroces mujeres guerreras, similares a las amazonas
de la mitología griega, pero es posible que simplemente luchara contra
guerreros indígenas de pelo largo. Sin embargo, las crónicas del Padre Gaspar
de Carvajal, cronista de Orellana, dejan muy claro que los indígenas que les
combatieron estaban liderados por mujeres.
LA
FASCINANTE
AMAZONIA
Puesto
que se desvanecía toda esperanza de reunirse con Gonzalo Pizarro, verdadero
jefe de la expedición, Orellana fue elegido de forma unánime capitán del grupo.
Se decidió construir un nuevo bergantín, al que puso por nombre Victoria, y continuar por el río hasta
llegar a mar abierto. Durante el trayecto, los heroicos exploradores afrontaron
mil peligros, fueron atacados varias veces por los indígenas y dieron muestras de
un valor extraordinario.
El
viaje les deparó continuas sorpresas: árboles inmensos, selvas de lujuriosa
vegetación y un río que más bien parecía un mar de agua dulce y cuyos afluentes
eran mayores que los más caudalosos de España. Cuando dejaron de divisar las
orillas de aquel grandioso río, Orellana ordenó que se navegara en zigzag para
observar ambas riberas.
En
la mañana del 24 de junio, día de San Juan, fueron atacados por un grupo de
amerindios encabezado por las míticas amazonas. Los españoles, ante aquellas
mujeres altas y vigorosas que disparaban sus arcos con destreza, creyeron estar
soñando. En la refriega consiguieron hacer prisionero a uno de los hombres que
acompañaban a las aguerridas damas, quien les relató que las amazonas tenían
una reina que se llamaba Conori y poseían grandes riquezas. Maravillados por el
encuentro, los navegantes bautizaron el río en honor de tan fabulosas mujeres.
El
24 de agosto, Orellana y los suyos llegaron a la desembocadura de aquella
impresionante inmensidad de agua. Durante dos días lucharon contra las olas que
se formaban al chocar la corriente del río con el océano y, al fin, lograron
salir a mar abierto. El 11 de septiembre llegaban a la isla de Cubagua, en el
mar Caribe, culminando uno de los más apasionantes periplos de la historia de
los descubrimientos.
REGRESO A ESPAÑA
Desde
Cubagua, Orellana embarcó hacia España. Sin embargo, tras una travesía difícil,
llegó primero a Portugal, donde el rey les ofreció hospitalidad e incluso
recibió ofertas para volver al Amazonas con una expedición abundantemente
provista bajo bandera portuguesa.
El
Tratado de Tordesillas había puesto toda la longitud del Amazonas bajo
soberanía castellana, mientras que los portugueses consideraban la costa
brasileña de su entera propiedad. Sin embargo, Orellana continuó a Valladolid
(mayo de 1543) con la esperanza de conseguir las reclamaciones castellanas
sobre toda la cuenca del Amazonas.
Envidioso,
sin duda, del éxito alcanzado al descubrir el río Amazonas, Francisco Pizarro
presentó cargos contra él por traición, siendo juzgado y absuelto
posteriormente.
Una
vez en la corte, y tras nueve meses de negociaciones, Carlos I le nombró
gobernador de las tierras que había descubierto, bautizadas como Nueva
Andalucía (18 de febrero de 1544). Las capitulaciones le permitían explorar y
colonizar Nueva Andalucía con no menos de 200 soldados de infantería, 100 de
caballería y el material para construir dos barcos fluviales.
A
su llegada al Amazonas, debía construir dos ciudades, una de ellas justo en la
boca del río. Sin embargo, los preparativos se alargaron debido a la falta de
fondos. Finalmente gracias a la financiación de Cosmo de Chaves, padrastro de
Orellana, la expedición pudo partir. Poco antes, Orellana se casó con Ana de
Ayala, una joven de origen humilde que le acompañaría en la nueva travesía.
SEGUNDO VIAJE AL NUEVO MUNDO
Zarpó
de Cádiz, pero fue detenido en Sanlúcar de Barrameda debido a que gran parte de
su expedición estaba compuesta por no castellanos. Finalmente (11 de mayo de
1545), y escondido en uno de sus barcos, zarpó de Sanlúcar con cuatro barcos.
Uno se perdió antes de llegar a las islas de Cabo Verde, otro en el curso de la
travesía, y un tercero fue abandonado al llegar a la desembocadura del río
Amazonas.
El
desembarco se produjo poco antes de las Navidades de 1545 y Orellana se internó
unos quinientos kilómetros en el delta del Amazonas tras construir un barco
fluvial. 57 hombres murieron de hambre y el resto acamparon en una isla del
delta entre indios amistosos. Orellana partió en un bote para encontrar comida
y la rama principal del Amazonas.
A
su regreso, encontró el campamento desierto, pues los hombres habían construido
un segundo bote y partido en busca de Orellana. Finalmente abandonaron y
partieron costeando hacia la isla Margarita en el mar Caribe.
Orellana
y su grupo siguieron tratando de localizar el canal principal, pero fueron
atacados por los nativos caribes. Diecisiete perdieron la vida a causa de las
flechas venenosas y el mismo Orellana murió poco después en noviembre de 1546.
Cuando
los supervivientes del segundo bote llegaron a la isla Margarita, se
encontraron con 25 compañeros, incluyendo a Diego García de Paredes y Ana de
Ayala, que habían llegado en el cuarto barco de la flota original. Un total de
44 supervivientes (de los 300 que habían partido) fueron finalmente rescatados
por un barco español. Muchos de ellos se asentaron en Centroamérica, Perú y
Chile, mientras que Ana de Ayala se casó con otro superviviente, Juan de
Peñalosa, con el que vivió hasta su muerte en Panamá.
En
la actualidad, una provincia de Ecuador recibe el nombre de Orellana.
Igualmente, en el distrito de “Las Amazonas” (en el río Napo), provincia de
Maynas del departamento de Loreto, en Perú, existe una localidad con el nombre
del bravo explorador Francisco de Orellana.