ROBERT FALCON SCOTT (1868 – 1912)

(2ª Parte)
 
CAMINO DEL POLO SUR (1910-1912)
La Real Sociedad Geográfica expresó su esperanza de que la Expedición Terra Nova pudiera ser principalmente científica, con la exploración y el Polo Sur como objetivos secundarios, pero a diferencia de la Expedición Discovery, nadie de esta Sociedad o de la Real Society estuvo a cargo en esta ocasión. En su folleto de la expedición Scott dejó claro que su objetivo prioritario era alcanzar el Polo Sur, y así asegurar para el Imperio Británico el gran honor de este logro. Como Markham observó, Scott “había sido mordido por la manía del Polo”.
Scott no sabía que la expedición iba a ser una carrera hasta que recibió en Melbourne un telegrama del noruego Roald Amundsen, en octubre de 1910. Antes de esto, el británico había estado configurando la expedición de acuerdo a sus preferencias, sin las restricciones de ninguna comisión mixta. En lo que a transporte se refería, decidió que los perros de trineo serían sólo un elemento dentro de una compleja estrategia que también implicaba caballos y trineos motorizados, además de mucha mano de obra humana. Scott no sabía nada de caballos, pero le pareció que a Shackleton le habían sido muy útiles y decidió emplearlos. El experto en canes Cecil Meares fue a Liberia a seleccionar perros y Scott le ordenó que cuando estuviera allí comprara ponis manchúes. Meares no era un buen comprador de caballos y los ponis que eligió resultaron ser en su mayor parte poco aptos para una estancia prolongada en la Antártida. Mientras tanto, Scott viajó a Francia y Noruega para probar trineos motorizados y reclutó a Bernard Day, de la expedición de Shackleton, como experto en este tema.

PRIMERA TEMPORADA
La propia expedición sufrió pronto algunas desgracias que dificultaron los trabajos durante la primera temporada y entorpecieron los preparativos para la principal marcha polar. En su viaje de Nueva Zelanda a la Antártida, el Terra Nova quedó atrapado en el hielo durante veinte días, mucho más tiempo que otros barcos, por lo que llegaron a finales de la temporada y tuvieron menos tiempo para los preparativos previos al invierno antártico. Uno de los trineos motorizados se perdió durante el desembarco al hundirse bajo el mar helado.
El empeoramiento de las condiciones climatológicas y los ponis débiles y mal aclimatados afectaron al despliegue inicial del viaje por lo que el principal punto de suministro, One Ton Depot, hubo de situarse a 56 kilómetros al norte de su ubicación planeada en 80º S.
Lawrence Oates, encargado de los ponis, aconsejó a Scott que sacrificara los ponis para obtener comida y que avanzara el punto de suministro al lugar previsto inicialmente, pero éste se negó a ambas cosas. Se afirma que Oates le dije a Scott “Señor, me temo que va a lamentar no aceptar mi consejo”. Seis ponis murieron durante este viaje, ya sea por frío o porque hubieron de ser sacrificados para no ralentizar al equipo. Durante el retorno a su base tuvieron noticia de la presencia de Amundsen, que había acampado en la bahía de las Ballenas, a unos 320 kilómetros al este de la posición británica, con su equipo y un gran contingente de perros.

VIAJE AL POLO SUR
El 1 de noviembre comenzó la marcha hacia el sur, compuesta por una caravana de grupos mixtos de transporte (trineos motorizados, perros y ponis) y trineos a distintas velocidades, todo esto diseñado para dar apoyo al grupo final de cuatro hombres que intentaría llegar al Polo Sur. Scott ya había bosquejado previamente sus planes para el viaje al sur a todo el grupo en la costa, aunque sin especificar el papel de cada uno, por lo que nadie conocía quienes compondrían el grupo polar definitivo. Durante el viaje Scott emitió varias órdenes conflictivas sobre el uso futuro de los perros en la expedición, y no dejó claro si serían reservados para próximas operaciones científicas o para asistir al grupo a su vuelta a casa. Los subordinados de Scott regresaron a la base sin estar seguros de sus intenciones, y por tanto no recurrieron a los perros en un intento de apoyar al grupo que retornaba del polo en el caso que surgiera la necesidad.
El grupo sur fue reduciendo su número a medida que los sucesivos equipos de apoyo se daban la vuelta. Para el 4 de enero de 1912 los dos últimos grupos de cuatro hombres habían alcanzado la latitud 87º 34’ S. Scott anunció su decisión: cinco hombres (el propio Scott, Edward Wilson, Henry Bowers, Lawrence Oates y Edgar Evans) seguirían adelante y los otros tres (Teddy Evans, William Lashly y Tom Crean) podrían regresar. El grupo elegido prosiguió su marcha y alcanzó el Polo Sur el 17 de enero de 1912, pero solo para encontrarse que los noruegos de Roald Amundsen lo habían hecho cinco semanas antes. La angustia de Scott ante ese descubrimiento quedó reflejada en su diario: “Lo peor ha sucedido. Todos los sueños del día se han evaporado. Dios mío, este lugar es horrible”.
ÚLTIMA MARCHA
El desmoralizado grupo de exploradores comenzó el viaje de retorno de 1300 kilómetros el día 19 de enero de 1912. Al día siguiente Scott escribió: “Me temo que el viaje de regreso va a ser terriblemente agotador y monótono”. Sin embargo, a pesar del mal tiempo, el grupo avanzó a buen ritmo y habían recorrido los 500 kilómetros de la etapa de la llanura antártica para el 7 de febrero. En los días siguientes el grupo afrontó el descenso de 160 kilómetros del glaciar Beardmore, donde se deterioró mucho la condición física de Edgar Evans, circunstancia que ya había advertido con preocupación Scott el 23 de enero. Una caída el 4 de febrero dejó a Evans desmoralizado e incapaz, y el día 17, tras una nueva caída, murió cerca del pie del glaciar.
Con 670 kilómetros todavía por desandar a través de la barrera de hielo de Ross, las perspectivas del grupo empeoraron mientras avanzaba hacia el norte con un tiempo cada vez peor, congelación ceguera de las nieves, hambre y agotamiento general. El 16 de marzo Oates, cuya condición se había deteriorado por el empeoramiento de una antigua herida de guerra hasta el extremo de no poder caminar, salió voluntariamente de la tienda de campaña y se alejó hasta morir congelado. Scott dejó escrito que sus últimas palabras fueron: “Voy a salir fuera y puede que por algún tiempo”.
Después de caminar otros 30 kilómetros, los tres miembros restantes del grupo montaron su último campamento el 19 de marzo, a unos 19 kilómetros del depósito de suministros One Ton Depot, pero a 38 kilómetros de la localización prevista originalmente para este. Al día siguiente una fuerte ventisca les impidió hacer ningún progreso, y en los siguientes nueve días, con sus suministros agotándose, los dedos congelados, la luz escasa y las tormentas azotando el exterior de la tienda, Scott escribió sus últimas palabras, a pesar de haber renunciado a continuar su diario el 23 de marzo, para concluir así: “Última entrada. Por el amor de Dios, cuida de nuestra gente”.
Dejó cartas dirigidas a las madres de Bowers y Wilson, a varias personas importantes como su antiguo comandante Sir George Egerton, a su propia madre y a su esposa. También escribió un mensaje al público, esencialmente una defensa de la organización y conducta de la expedición en la que atribuía el fracaso del grupo al mal tiempo y otras desgracias, pero finalizando con una inspiradora nota que decía: “Tomamos riesgos, lo sabíamos, las cosas han ido en nuestra contra y por lo tanto no tenemos motivo de queja, sino solo someternos a la voluntad de la Providencia, determinados todavía a hacer lo mejor hasta el final… Si hubiéramos vivido, debería haber contado la historia de la audacia, resistencia y coraje de mis compañeros, que han llenado el corazón de todos los ingleses. Éstas ásperas notas y nuestros cadáveres deberán contar la historia. Sin duda, un gran país como el nuestro se encargará de que todos los que dependen de nosotros estén adecuadamente provistos”.
Se calcula que Scott debió morir el 29 de marzo de 1912, un día después de escribir estas notas. Las posiciones de los cuerpos en la tienda de campaña cuando fueron descubiertos icho meses después sugieren que Scott fue el último de los tres en fallecer.
Los cuerpos de Scott y sus compañeros fueron descubiertos por un grupo de búsqueda el 12 de noviembre de 1912. También se recuperaron sus escritos. Su último campamento se convirtió en su tumba, pues se erigió un montículo de nieve sobre él coronado por una cruz cristiana. En enero de 1913, antes de que el Terra Nova zarpara de vuelta, los carpinteros del barco elaboraron una gran cruz de madera, sobre la que se inscribieron los nombres de los fallecidos y una línea del poema Ulises de Alfred Tensión: “Esforzarse, buscar, encontrar y no ceder”. La cruz se colocó como memorial permanente en lo alto de la colina Observation Hill, sobre el campamento de la península Hut Point.
El mundo supo de la tragedia cuando el Terra Nova llegó a Oamaru en Nueva Zelanda, el 10 de febrero de 1913. Pocos días después Scott se convirtió en un icónico héroe británico y el fervor patriótico del Reino Unido se despertó coincidiendo con el funeral y memorial en la catedral de San Pablo de Londres. El periódico London Evening News hizo un llamamiento para que la historia se estudiara en todas las escuelas del país.
Los supervivientes de la expedición fueron extensamente honrados a su retorno, con medallas y ascensos para el personal naval. En lugar del nombramiento de caballero que habría recibido su marido si hubiera sobrevivido, a Kathleen Scott se le garantizó el rango y la distinción de una viuda de un caballero comandante de la Orden del Baño.
En 1922 ella se casó con Edward Hilton Young, que luego sería Lord Kennet y la convertiría a ella en Lady Kennet, y fue una firme defensora de la reputación de Robert Scott hasta su muerte, en 1947, a los 69 años.