Era
el segundo hermano de la familia de los Niño que participaron activamente en el
Descubrimiento de América. También acompañó a Cristóbal Colón y demás miembros
de su familia, en el segundo viaje colombino.
Pedro Alonso Niño también descubrió,
en un viaje posterior, Paria, la isla Margarita y la Punta de Araya, en las
Antillas Menores.
También llamado Peralonso Niño, fue el
segundo hijo de Alfón Pérez Niño y nació en Moguer sobre el año 1468. La
familia Niño constituía una estirpe de avezados marinos y curtidos en travesías
por el Atlántico y el Mediterráneo.
Fue creciendo en el ambiente marinero
de su familia, formándose como marino hasta adquirir amplia experiencia. Le
llamaban “el negro” por su relación con el comercio de esclavos africanos.
Estuvo casado dos veces, con Juana
Muñoz, de cuya unión nacieron Juan Niño, Isabel Quintero y Leonor Fernández, y
con Leonor de Boria, con quien procreó a Francisco Niño. No obstante, en
algunas partes de la historia se inclinan por creer que sólo tuvo un
matrimonio, argumentando las duplicidades o coincidencias en los nombres.
Tuvo una participación fundamental en
los preparativos y desarrollo del viaje descubridor. Los Niño, una vez
superadas las primeras reticencias al proyecto de Colón, se convirtieron en
férreos defensores del viaje, y pusieron todo su empeño en llevar a cabo la
empresa colombina. Convencieron a la marinería moguereña y al resto de marinos
que habitualmente navegaban con ellos, para que se alistaran. Junto a sus
hermanos organizaron los preparativos de la carabela de su familia, la Niña,
en julio de 1492, en el mismo puerto de Moguer.
VIAJES
COLOMBINOS
En el viaje inicial cuya partida se
produjo el 3 de agosto de 1492 del puerto de Palos, Pedro Alonso fue piloto
mayor en la Santa María de la
expedición descubridora, jugando un papel fundamental cuando la marinería se
rebeló tras el paso de los días, por no haber hallado tierra, respaldando la
voluntad de Colón de continuar con el viaje. El 12 de octubre del mismo año se
culminó aquella gran aventura con el descubrimiento del Nuevo Mundo. Tras el
encallamiento de la carabela Santa María,
el 25 de diciembre de 1492, la Niña se convirtió en
la nave capitana y al mando de la misma regresó Cristóbal Colón y Pedro Alonso
Niño como piloto mayor.
En 1493 participó en el segundo viaje
colombino, como piloto mayor de la nave capitana. Regresaron rápidamente a la
península, ya que estaba en Cádiz el 7 de marzo de 1494. Por este viaje recibió
diecisiete mil maravedíes.
Entre el 4 y el 9 de abril de 1494 se
encontraba en la Corte
de Medina del Campo y en julio en Sevilla, de donde partió de nuevo hacia las Indias
en octubre, estando de regreso en Sevilla en abril de 1495. Entre el 16 y 17 de
junio de 1496 volvió a zarpar de nuevo, como piloto mayor en la nao Santa María
de Guía, propiedad de García Álvarez de Moguer, junto a las carabelas Lázaro y Catalina. Tras una corta estancia en las Indias, volvieron a Cádiz
el 2 de diciembre de 1496, haciéndolo como capitán y piloto mayor de la flota
Aunque estaba alistado para hacer el
tercer viaje colombino, al final no pudo realizarlo. Según parece en esa fecha
se encontraba en la Corte,
enseñando a cartear al príncipe don Juan, el malogrado hijo varón de los
monarcas Isabel y Fernando. Durante su estancia en la Corte gestionó la
capitulación que le permitiera viajar a las costas de Paria.
VIAJE
A LA COSTA DE
LAS PERLAS
Pedro Alonso Niño planteó realizar una
expedición particular a las tierras recién descubiertas en la llamada Costa de
las Perlas (Paria), la cual había dejado deslumbrados a los exploradores en los
primeros viajes colombinos. Para ello buscó la financiación de Luís Guerra, el
llamado “bizcochero de Triana”, rico comerciante al que impuso que su hermano,
Cristóbal Niño, fuera el capitán de la expedición, quedando Pedro Alonso como
piloto mayor de la nave, una carabela con 33 hombres.
La marinería estaba compuesta por
gentes de su confianza, como Alonso García y Juan Barrero, que habían estado ya
en el lugar y, por lo tanto, se encontraban familiarizados con lo que se iban a
encontrar.
Fray Bartolomé de las Casas relato la
gesta de Alonso de esta forma:
Uno
de los primeros días que a par cuasi de Hojeda vinieron a descubrir, fueron un
Peralonso Niño y un Cristóbal Guerra, vecinos el Guerra de Sevilla, y el
Peralonso creo que era del Condado. Este Peralonso Niño vino cierto con el
Almirante al descubrimiento de Paria, y debiese de tornar a Castilla en los
cinco navíos, y esto está probado con testigos contestes, y yo he visto sus
dichos en el susodicho proceso, y uno que dijo que no había ido en aquel viaje
a Peralonso Niño con el Almirante, yo sé que contra el Almirante, por derecho
del juicio, podía ser repelido, así que Peralonso Niño habida licencia del rey
o del obispo para descubrir, con instrucción y mandado que no surgiese con su
navío ni saltase en tierra con 50 leguas de la tierra que había descubierto el
Almirante. Como no tuviese tantos dineros como habría menester o quizá
ningunos, tractó con Luís Guerra, vecino de Sevilla, que tenía hacienda, que le
armase un navío; el Luís Guerra se ofreció a hacello y, entre otras
condiciones, fue un tanto que su hermano Cristóbal Guerra fuese por capitán de
él. Partió pues, Peralonso Niño por piloto y Cristóbal Guerra por capitán.
En junio de 1499, una vez realizados
los preparativos y cargada la nave con las mercancías a intercambiar, salió de
la barra de Saltes, del puerto de Palos. Siguieron la ruta de Ojeda y llegaron
a Paria por el sur. De allí fueron a la isla Margarita donde realizaron el
intercambio de mercancías, consiguiendo una enorme cantidad de perlas. En
palabras de Pedro Mártir de Anglería
“cargaron perlas como si fuera paja”. Llegaron a Cumaná, consiguiendo más
perlas. Estos intercambios se hacían por mercancías que, para los españoles,
tenían poco valor, al igual que para los nativos indios las perlas. Aquellos
nativos quedaron contentos pensando que iban engañados los cristianos, que
adquirieron entonces en sus rescates más de 150 marcos de perlas.
En esta expedición se descubrió la
punta de Araya con sus importantes salinas, las cuales permitieron la
obtención, desde tiempos tempranos de la conquista, de sal en el Caribe, lo
cual facilitó la navegación y las acciones realizadas en esas tierras al poder
disponer de ese conservante in situ.
La vuelta fue a mediados de 1500 y
entraron en el puerto de Bayona la
Real, en Pontevedra. Allí vendieron por valor de 96 marcos de
plata y al parecer se quedaron con otros tantos. Al no declarar las ganancias y
por consiguiente no pagar a los reyes el llamado quinto real, Alonso fue detenido y juzgado, saliendo absuelto.
Volvió a Moguer en agosto de 1501, permaneciendo allí hasta febrero de 1502,
afectado por los acontecimientos y con el favor real perdido, a pesar de haber
sido declarado inocente y seguir siendo uno de los mejores navegantes de su
tiempo.
El viaje de Pedro Alonso Niño a la Costa de las Perlas supuso,
aparte de los rescates, un gran avance en los descubrimientos geográficos, pues
fue el navegante que más se aproximó a la línea equinoccial.
SU
ÚLTIMA AVENTURA
El último viaje que realizó, lo hizo
en la flota del nuevo gobernador Nicolás de Ovando, en cuyo rol lo encontramos
como piloto de resguardo, y no como piloto mayor, cargo para el que fue
elegido, al parecer, por el propio Fonseca. La armada de Ovando, formada por 32
barcos, zarpó el 3 de febrero de 1502. Pedro Alonso Niño fue añadido por orden
expresa de la Corona
como piloto extraordinario de la capitana Santa
María del Antigua, además del piloto normal Diego Ortiz. Una vez llegados a
Canarias la flota se dividió en dos.
A principios de julio, cuando Antonio
de Torres regresaba en dicha nao, donde se iba en esta ocasión Pedro Alonso
Niño, un huracán a la altura de Santo Domingo destruyó la flota, no dejando
rastro de la misma. Fue sin duda un gran desastre, pues en ella pereció, además
de Torres, el comendador Francisco de Bobadilla y el propio Pedro Alonso Niño.
Su desaparición en alta mar supuso un
duro golpe para la navegación y, sobre todo, para su familia, su viuda y sus
hijos.
La estela de este intrépido y
experimentado navegante, fiel a sus raíces, la siguió su hijo Francisco, y el
hijo de éste, también llamado Pedro Alonso Niño, quien acabaría por instalarse,
después de hacer la conquista y doblamiento de la provincia de Santa Marta, en
la actual Colombia, donde se casó y procreó hijos legítimos y naturales, fruto
estos últimos de la unión extramarital con una indígena. Esta circunstancia
aceleró un proceso de aculturación que con el tiempo se convertiría en la seña
de identidad del pueblo americano.
En la ciudad de Tonja y en Oiba
(Santander), el apellido Niño arraigó y ha permanecido inalterable durante
siglos. Algunos de sus descendientes actuales mantienen el apellido Niño.
El ilustre prócer de la independencia
colombiana, Juan Nepomuceno Niño era descendiente directo de Pedro Alonso Niño.