HESTER LUCY STANHOPE (1776 - 1839)



Intrépida aventurera y exploradora en una época en la que no resultaba fácil viajar para las mujeres, esta excéntrica aristócrata inglesa llegó a ser considerada como la Reina blanca de Palmira, en Siria, donde falleció como una eremita cerca de la ciudad de Aleppo.
Lady Hester nació en Kent, en el seno de una familia de la aristocracia inglesa, siendo la mayor de las tres hijas del político inglés Lord Charles Stanhope y su esposa Lady Hester Pitt. Su padre era un singular personaje, un tanto excéntrico y muy aficionado a las ciencias, la política y, sobre todo a la literatura. Su madre, Lady Pitt, era hija del primer conde de Chatham y hermana del primer ministro William Pitt.

JUVENTUD
Lady Hester Lucy fue educada con institutrices, pero desde su niñez demostró ser distinta al resto de las niñas de su posición social. No le interesaba seguir las normas curriculares de educación de una aristócrata, tales como la danza, la música y la pintura pues la aburrían, además tenía una personalidad fuerte con gran tendencia al liderazgo natural, sentía atracción por la caza, los caballos y todo lo relacionado con las aventuras y exploraciones.
Lady Hester Lucy, además era una mujer de elevada estatura, de complexión amazónica y de gran desplante y apariencia, dotada de gran ingenio e inteligencia, y con un extraordinario parecido a los rasgos de su tío, William Pitt.
Creció en su casa paterna de Chevening hasta principios de 1800. Cuando cumplió 24 años, su padre la envió a vivir con su tío William Pitt y su abuela, Hester Pitt, condesa de Chatham. En el castillo de Walmer en Burton Pynsent.
La relación entre Lady Hester y su tío llegó a ser muy estrecha, al extremo de asumir desde agosto de 1803 el papel de una pseudo-esposa (Pitt era soltero), profesándole además una gran admiración. En esa posición, Lady Hester se transformó en su anfitriona y ayudaba a dar la bienvenida a sus invitados. Durante aquellas veladas  se hizo muy conocida por su belleza majestuosa y su conversación animada e inteligente; pero muy franca, directa y quizás rayana en la falta de tino ya que detestaba y ridiculizaba a los conocidos de su padre que le parecían mediocres. Su personalidad opacaba un tanto a su tío y resultaba divertida para la mayoría de sus amigos políticos que caían dentro de sus simpatías. No obstante, también hizo enemigos innecesariamente en la clase política, que mucho más tarde la perjudicaron.
Lady Hester tenía talento para los negocios y cuando Pitt estaba fuera de la oficina actuaba como su secretaria privada. También fue la promotora principal de los jardines de Walmer Castle durante su mandato como Señor Guardián del Cinque Ports. En éste aspecto, ella aprendió el arte de la jardinería.
El animado y ordenado mundo del cual disfrutaba terminó el día que William Pitt falleció después de una larga enfermedad, el 23 de mayo de 1806 a la edad de 47 años.
Las influencias sociales desaparecieron y el mundo de Lady Hester, para la época toda una solterona ya, la hicieron convertirse en solitaria. La herencia de apenas 1200 libras anuales proporcionada por la Corona como pensión vitalicia, no le alcanzaba para mantener el estilo de vida que tenía con anterioridad, cuando Pitt vivía. Entonces, decidió viajar en busca de fortuna y luchar por hallar un nuevo destino. Su objetivo fue desplazarse hacia lugares exóticos de Oriente.

VIAJE A PALMIRA
En octubre de 1810, Lady Hester y un reducido séquito de criados se embarcaron en una nave griega rumbo a Constantinopla (Turquía). Luego viajó a Egipto donde conoció a Mohamed Alí, un importante personaje que la invitó durante su estancia en la ciudad de Damasco, a su palacio en Ezbekieh.
Además, la acompañaba en el viaje su médico de cabecera, Charles Meryon, quien fue su biógrafo y quizá su mejor amigo hasta 1817. Estando en Damasco, Lady Hester se sintió muy atraída por las exóticas costumbres y estilo de vida de los beduinos y comenzó a adoptar su vestuario.
Viajando por aquellas latitudes y cerca ya del desierto, oyó hablar de la gran ciudad romana en ruinas de Palmira, distante unos 200 kilómetros de Damasco. Un lugar retirado de Siria, al que resultaba peligroso de llegar y que estaba habitado por beduinos y bandoleros sin escrúpulos que vivían en el desierto. Nunca había llegado hasta allá europeo alguno hasta entonces.
El 14 de abril de 1813, Lady Hester tomó la decisión de reunir una caravana de unos cincuenta camellos, un nutrido séquito de criados y ella se vistió con espléndidas ropas a la manera de un príncipe druso, además contrató a un grupo de beduinos armados y uniformados, como si se tratara de una guardia pretoriana. Pretendió imitar a la mítica reina Zenobia que desafió a los romanos en el año 270 d.C.
Cuando la comitiva llegó a la ciudad de Palmira fue recibida de forma espléndida por los árabes que allí habitaban. La propia Lady Hester escribiría después:
El jefe y unos trescientos hombres armados salieron a recibirme, venían en espléndidos caballos y algunos iban desnudos, otros con trajes de seda, dando gritos salvajes, cantando y bailando. Toda esta exhibición duró hasta que llegamos a un Arco de Triunfo en Palmira.
Lady Hester Stanhope se ganó la admiración y el respeto de los árabes del lugar, los cuales la llamaron la Reina blanca de Palmira.
Unos años más tarde regresó a Damasco y  a unos kilómetros encontró un castillo en ruinas del tiempo de las Cruzadas, en Djoun, el cual alquiló y decidió vivir en él reconstruyéndolo en parte. Dicho lugar estaba rodeado de árboles, no demasiado lejos del mar Mediterráneo, el cual transformó en un gran palacete rústico. Incluso en uno de sus patios llegó a cultivar un jardín de rosas digno del Edén.
Su médico, Charles Meryon regresó en 1817 a Inglaterra.
Lady Hester vivió allí como una auténtica princesa drusa, recibiendo a los visitantes europeos que se aventuraban por esos lugares y se hizo de una gran fama en las colonias inglesas como mujer exótica y buena anfitriona.
El principio del fin vino a partir de 1836, cuando el gobierno británico le embargó la pensión que se le había concedido, debido a las abultadas deudas contraídas con sus acreedores a causa de una fracasada expedición realizada por ella para buscar un supuesto tesoro en la ciudad de Ascalón.
Después del embargo, la situación económica de Lady Hester empezó a deteriorarse gravemente y a tal extremo que despidió a sus sirvientes, y otros comenzaron a robarle todos sus bienes personales, por lo que comenzó a vivir como una eremita en estado de abandono, rodeada de gatos, cachivaches y sólo dejándose ver ante sus ocasionales visitantes de noche y envuelta en chales, para intentar ocultar los estragos de la edad que hacían mella en su físico.
Finalmente, en 1837 cayó gravemente enferma y el doctor Meryon viajó expresamente a Damasco para poder asistirla, encontrándola muy abandonada y postrada en cama. Hizo lo posible por reconfortarla y vivió con ella un tiempo, hasta que tuvo que regresar obligado a la Costa Azul.
El 22 de junio de 1839, Lady Hester Stanhope fallecía en Djoun completamente arruinada físicamente, en la oscuridad de su habitación, cubierta de harapos y en pésimas condiciones higiénicas en cama, teniendo por toda compañía a multitud de gatos y un cúmulo de objetos que había acumulado en sus viajes. Fue inhumada en uno de sus antiguos jardines y el castillo fue sellado por el cónsul inglés en Damasco.
Tras su muerte, Charles Meryon, el médico que siempre la atendió, llegó a manifestar:
Lady Stanhope no era una excéntrica, era una mujer iluminada espiritualmente, de alta cuna, muy culta y con dotes de estadista. Siempre se las ingeniaba, aun en los momentos más difíciles, de esparcir a su alrededor una mágica ilusión que cautivaba a quien la conocía.