Navegante y explorador
portugués del siglo XV, estuvo al servicio del príncipe Enrique el Navegante.
Sus memorias fueron dictadas al final de su vida a Martin Behaim. Son un relato
inestimable de los descubrimientos portugueses y una de las principales fuentes
de los historiadores sobre la época. Exploró la costa africana hasta el río
Geba (en Guinea Bissau), remontando el río Gambia hasta la ciudad de Cantor, y
luego descubrió algunas de las islas del archipiélago de Cabo Verde.
SUS PRIMEROS AÑOS
Oriundo de la región del
Algarve. Diego Gomes comenzó sirviendo como paje en la casa del príncipe
Enrique el Navegante, y posteriormente ascendió al rango de caballero hacia
1440. Al filo de 1445 se cree que participó en la redada esclavista organizada
por comerciantes de Lagos y dirigida por Lançarote de Freitas en los bancos
arenosos de la bahía de Arguin, afirmando haber capturado personalmente más de
una veintena de esclavos bereberes sin ayuda ninguna.
El cronista Zurara, que
relató estas acciones con cierto detalle, no pareció tener conocimiento de que
Diego Gomes tomara parte en ellas, aunque sí mencionó a un cierto “Picanço, que más tarde Joao de Barros
sugiere en realidad era la nave y el
apodo de un Gomes Pires” (posiblemente en referencia a Diego Gomes).
Fue nombrado secretario
(escribano real) el 12 de junio de 1451, continuando al servicio tanto del
príncipe Enrique como de la Corona portuguesa.
EXPEDICIONES
Se estima que en 1456,
Diego Gomes fue enviado por el príncipe Enrique al mando de tres barcos por la
costa de África Occidental. El propio Gomes llegó a afirmar que iba acompañado
por un tal Jacob, un intérprete “indio” que algunos historiadores tempranos
tomaron como una rara indicación de que el príncipe Enrique preveía alcanzar la
India en esta primera etapa. De todas formas, los historiadores modernos
encuentran esto como improbable, señalando que en esa época, “indio” se usaba
de forma común como apodo de etíope. Además, la mayor esperanza de Enrique el Navegante
podría haber sido alcanzar las tierras del mítico Preste Juan.
Gomes dijo haber llegado
hasta un Rio Grande (el moderno río Geba, en Guinea Bissau), un gran salto más
allá del último punto conocido que habían alcanzado los portugueses. Pero las fuertes
corrientes encontradas por Gomes, hacían que sus oficiales y soldados temían
estar acercándose al extremo del océano, por lo que volvieron. A su regreso,
Gomes llegó al río Gambia y lo remontó una distancia considerable, unas 50
leguas (250 millas), llegando hasta la principal ciudad comercial de Cantor, un
emporio en el comercio de oro de Mali.
Diego Gomes fue el
primer capitán portugués que entabló contactos pacíficamente con los nativos de
esa región (todas las expediciones anteriores habían sido esquivadas u
hostigadas en la costa de Senegambia, aunque Alvise Cadamosto también había
navegado con éxito ese mismo año).
En Cantor, Gomes recogió
mucha información sobre el comercio de oro y de las rutas que unían las
regiones mineras auríferas de Senegal y del Alto Níger, de las ciudades de
Kukia y Tombuctú, y hasta de las rutas del comercio trans-sahariano que se
extendían hasta la costa marroquí.
Aunque la región era
principalmente musulmana, Gomes supo ganarse para la cristiandad y la lealtad
portuguesa, la amistad de un jefe importante llamado Numimansa, con su corte.
Teixeira da Mota
identifica a Numimansa como el jefe de los Nomi
Bato, y que pudo haber sido el mismo jefe responsable de la muerte de los
exploradores anteriores Nuno Tristâo en 1446-1447 y de Vallarte en 1447-1448.
Los Nomi Bato eran probablemente
ancestros de los modernos niominkas
del delta del río Saloum, de origen mandinga.
RETORNO A PORTUGAL Y NUEVO VIAJE A ÁFRICA
Algún tiempo después de
regresar a Portugal, Diego Gomes fue recompensado con la lucrativa posición de almoxarife (receptor de impuestos
reales) de la ciudad de Sintra, utilizando dicho título hasta su muerte.
Realizó otro viaje a
África entre 1460 y 1462, navegando hasta el delta del río Saloum (Río dos
Barbacins) en Senegambia, para comerciar con los serer de Sine y de Saloum. Una vez allí se topó con la carabela del
capitán genovés Antonio de Noli, y juntos cartografiaron un viaje de vuelta.
En el regreso, Diego
Gomes encontró las islas de Cabo Verde, y afirmó haber sido el primer en desembarcar y nombrar
la isla de Santiago. El propio Diego Gomez habló, con un poco de resentimiento,
de cómo Antonio de Noli logró llegar a Lisboa antes que él y se aseguró la
capitanía de la isla de Santiago ante el rey.
El príncipe Enrique
había muerto en 1460, y Diego Gomes, después de su regreso, se retiró de la
exploración activa y siguió una carrera con el sobrino de Enrique y heredero
Fernando de Viseu. En 1463 fue nombrado escudeiro
del rey Alfonso V de Portugal. Años después obtuvo una generosa pensión
real de 4.800 reales, además de deberes de responsabilidad como magistrado en
Sintra. También fue nombrado magistrado en las inmediaciones de la Vila de
Colares, de lo que existió confirmación en marzo de 1482.
MEMORIAS
Ya a edad avanzada,
Diego Gomes dictó oralmente sus memorias al cartógrafo alemán Martin Behaim
durante la estancia de éste en Portugal.
Las memorias
resultantes, bajo el título De prima
inuentione Guineae (Del primer descubrimiento de Guinea), son el único
manuscrito contemporáneo que ha logrado sobrevivir al paso del tiempo, aparte
de la crónica oficial de Gomes Eanes de Zurara, que intenta dar un relato
cronológico de todos los descubrimientos del príncipe Enrique. El manuscrito
también tiene otras dos partes, De
insulis primo inventis in mare Occidentis (un relato del descubrimiento de
las islas Canarias y del grupo de Madeira) y De inventione insularum de Açores (que tiene el único registro
detallado del descubrimiento portugués de las islas Azores).
Los historiadores
generalmente tratan el relato de Diego Gomes con precaución, ya que muchas
causas -su inclinación por la auto-promoción, su avanzada edad, su intento de
recordar sucesos acaecidos más de dos décadas después, los malentendidos por el
intérprete de Behaim, la prisa por la trascripción (el latín es bastante pobre,
lo que sugiere que fue escrito a toda prisa) y, posiblemente, incluso algunas
alteraciones complementarias del material por el editor Valentim Fernandes- han
contribuido a que sea un documento imperfecto, con algunos errores. No
obstante, se trata de un documento enormemente valioso.
Entre otras novedades,
las memorias de Diego Gomez son el único registro de lo que parece haber sido
la primera expedición portuguesa, una expedición de 1415 a Gran Canaria de Joâo
de Trasto (aunque probablemente sea sólo una referencia errónea de la
expedición de 1424 de Fernando de Castro). Gomes también da la primera
descripción detallada del redescubrimiento de las Azores por los portugueses al
servicio del príncipe Enrique.
Las memorias son
notables por iluminar el carácter y el propósito del príncipe Enrique el
Navegante, atribuyendo al príncipe un propósito científico y comercial
deliberado en la exploración. Diego Gomes señala que Enrique enviaba sus
carabelas para buscar nuevas tierras por su deseo de conocer las partes más
distantes del mar occidental, y con la esperanza de encontrar islas o tierra
firme más allá de los límites establecidos por Claudio Ptolomeo; por otro lado,
su información sobre el comercio nativo desde Túnez a Tombuctú y la Gambia,
ayudó a inspirar su persistente exploración de la costa de África Occidental
para buscar esas tierras a través del mar.
En los barcos del
príncipe se utilizaban cartas náuticas y cuadrantes (como hizo el mismo Diego
Gomes para llegar a las islas de Cabo Verde). Enrique, en el momento del primer
viaje de Diego Gomes, mantuvo correspondencia con un comerciante de Oran, quien
lo mantenía informado sobre los acontecimientos, incluso en la zona de
influencia de Gambia y, antes del descubrimiento del Senegal y Cabo Verde en
1445, Gomes afirma que el príncipe real ya había obtenido información fiable de
la ruta hacia Tombuctú.
Diego Gomes dio un
conmovedor relato de la última enfermedad y muerte del príncipe Enrique el Navegante.
La fecha de la muerte de
Diego Gomes es incierta, no obstante se tiene la confirmación de su
fallecimiento en el año 1502, a partir del registro de una indulgencia por su
alma pagada por su viuda.