PAUL PELLIOT (1878 - 1945)



Arqueólogo, sinólogo y viajero francés, explorador del Asia Central. Discípulo de Sylvain Lévi, condujo la expedición arqueológica al antiguo Turquestán, que regresó con numerosos manuscritos, obras de arte, antigüedades y especimenes naturales, así como centenares de mapas y fotografías.
Pelliot trabajó en la Ecole Française d’Extrême Orient en la ciudad de Hanoi, desde la cual fue enviado en 1900 a Pekín en busca de libros chinos para la biblioteca de la escuela. Fue entonces cuando estalló la llamada “Rebelión Boxer”, quedando atrapado en el barrio de las legaciones durante el célebre asedio de 55 días.
Posteriormente hizo dos incursiones en territorio enemigo -una para capturar un estandarte enemigo y la otra para obtener fruta fresca para los sitiados-. Por su valentía fue condecorado con la Legión d’honneur. A los 22 años, Paul Pelliot volvió a Hanoi, convirtiéndose en profesor de chino en la Ecole.

VIAJE AL TURQUESTÁN
La expedición Pelliot partió de París el 17 de junio de 1906. Su equipo de tres hombres estaba formado por el doctor Louis Vaillant, un oficial médico del ejército y el fotógrafo Charles Nouette.
El viaje al Turquestán chino se realizó en ferrocarril, vía Moscú y Tashkent, llegando a Kashgar a finales de agosto. Durante este recorrido que llegó a formar parte de la antigua Ruta de la Seda, fueron acompañados por el colega expedicionario Carl Gutaf Mannerheim y se alojaron en casa del cónsul general ruso.
Pelliot maravilló a las autoridades chinas locales con su dominio absoluto del idioma chino (una de las trece lenguas que hablaba), y sus esfuerzos se vieron recompensados muy pronto, al obtener equipo (como un yurta) hasta entonces vetado a los extranjeros.
Su primera parada tras abandonar Kashgar fue Tumchuq, desde donde fueron a Kucha. Una vez allí encontraron una serie de documentos en un idioma perdido, el kucheo, los cuales fueron traducidos con posterioridad por Sylvain Lévi, antiguo profesor de Pelliot. Desde Kucha siguieron la marcha hacia el norte hasta Urumchi, donde encontraron a un viejo conocido: el duque de Lan, exiliado desde el fracaso de la Rebelión Boxer.
La parada final de Pelliot fue Dunhuang, donde obtuvo acceso a la cámara secreta del abad Wang, y a su fabuloso tesoro de manuscritos antiguos, ya visitada por Sir Aurel Stein. Nuevamente su habilidad con el idioma chino fue la mejor baza. Al cabo de tres semanas inspeccionando manuscritos, casi a la febril cifra de un millar por jornada, el propio Pelliot convenció a Wang para que le vendiera una selección de los más importantes, al precio de 500 taeles (aproximadamente unas 90 libras de la época).

RETORNO Y AÑOS FINALES
Cuando Pelliot regresó a París el 24 de octubre de 1909, se encontró con una campaña de calumnias contra su persona, montada por Edouard Chavannes, un colega sinólogo, y la plantilla de la Ecole Française d’Extreme Orient, siendo acusado de malgastar caudales públicos y haber traído manuscritos falsos de su viaje al Turquestán.
La campaña llegó a su apogeo en diciembre de 1910, con la publicación de un artículo de Fernand Farjanel en La Revue Indigéne. Tan graves acusaciones no fueron probadas como falsas hasta la publicación, en 1912, de Ruins of Desert Cathay, de Aurel Stein, quien dejó clara la autenticidad de los manuscritos en cuestión.
Paul Pelliot sirvió posteriormente como agregado militar en Pekín durante la Primera Guerra Mundial. Su trabajo resultó fundamental para el estudio del Asia Central entre los siglos VI y XI de nuestra Era y la difusión del budismo a través de la Ruta de la Seda.
Falleció de cáncer en 1945. A su muerte llegó a decirse que, sin él, “la sinología había quedado huérfana”.