VICENTE YÁÑEZ PINZÓN (1462 - 1514)


Navegante y explorador español, descubridor de América junto a Cristóbal Colón y primer navegante europeo que llegó hasta Brasil. Hizo su primer viaje al Nuevo Mundo en 1492 como capitán de la carabela La Niña y descubrió las costas brasileñas del extremo norte en enero de 1500, tres meses antes de la llegada de Pedro Alvares Cabral a Porto Seguro.

EXPEDICIONES CORSARIAS EN SU JUVENTUD
Sobre Vicente Yáñez no existe la certeza en cuanto a su año de nacimiento en Palos de la Frontera (Cádiz), no obstante, debió ser en 1462, por lo que era el más joven, con diferencia, de sus hermanos Martín Alonso y Francisco Martín, siendo probable que tomase el sobrenombre de Yáñez del que fuera alguacil en Palos, Rodrigo Yáñez, su padrino, como era la costumbre del lugar. Desde muy niño aprendió el arte de navegar de su hermano mayor, uno de los más destacados navegantes de la época, participando desde su adolescencia, que fueron tiempos de guerra, en combates y asaltos.
Se casó dos veces, la primera con Teresa Rodríguez, que le dio dos hijas. La segunda, al regreso de su último viaje a Centroamérica en 1509, con Ana Núñez de Trujillo, con la que convivió en Triana hasta su muerte.
Las primeras noticias documentadas fueron varias denuncias sobre asaltos a naves catalanas y aragonesas que realizó, desde que tuvo sólo quince años, entre 1477 y 1479, una época de frecuentes disputas con Portugal, en la que Palos participó activamente y que agravó su habitual escasez de trigo. Sus vecinos se quejaban de pasar hambre, y las órdenes reales a varios lugares de que permitieran el abastecimiento de cereales a Palos fueron desobedecidas. Los Pinzón, asumiendo sus responsabilidades como líderes naturales de la comarca, atacaron carabelas que transportaban básicamente trigo.

LA AVENTURA DEL NUEVO MUNDO
Vicente Yáñez fue el primero en aceptar la invitación de enrolamiento de su hermano, cuando Martín Alonso decidió apoyar a Cristóbal Colón. Participó en los preparativos del viaje descubridor, visitando casa por casa a todos sus parientes, amigos, conocidos y a los más destacados marinos de la zona, animándoles a embarcarse. Rechazaron los barcos embargados por Colón, contratando navíos más adecuados y aportaron de su hacienda medio millón de maravedíes.
Como capitán de La Niña, sus intervenciones fueron fundamentales durante el viaje, animando a proseguir la expedición cuando hasta el propio Colón quería volverse. Sofocó los motines de los marinos de la nao Santa María, acudiendo al salvamento de éstos cuando la nao naufragó y acompañando al Almirante de regreso a España durante el resto del viaje, incluso cuando volvió a perderse la Pinta durante una tormenta, arribando finalmente a Lisboa y Palos.
En 1495 preparó otras dos carabelas, la Vicente Yáñez y la Fraila, para participar en la armada que Alonso de Aguilar, hermano mayor del Gran Capitán, iba a dirigir contra el norte de África, pero sobrevinieron las guerras de Nápoles y se dirigieron a Italia, desde donde no retornaron hasta 1498, recorriendo de paso las costas de Argel y Túnez.

EL DESCUBRIMIENTO DEL BRASIL
Tras la muerte de Martín Alonso Pinzón, se abrió la brecha existente entre Cristóbal Colón y los Pinzón, llegando a afirmarse que Vicente Yáñez capituló un viaje descubridor con el todopoderoso obispo Fonseca, en nombre de los Reyes Católicos, aunque no existe constancia documental del mismo. Al anularse el monopolio colombino obtuvo permiso (capitulación de 6 de junio de 1499) para realizar un nuevo viaje con fines descubridores de nuevas tierras.
Salió del puerto de Palos con cuatro pequeñas carabelas, por propia iniciativa y a sus expensas. Le acompañaban su hermano Francisco Martín y gran cantidad de parientes y amigos, entre ellos y como escribano Garci Fernández, el famoso físico de Palos que apoyó a Colón cuando nadie lo hacía.
El relato de este viaje aparece en varias crónicas. De ellas, las Décadas del Nuevo Mundo, escritas en 1501 por el milanés Pedro Mártir de Anglería, son las más cercanas en el tiempo y basadas en informes de testigos presenciales, entre ellos el propio Vicente Yáñez, pero, sobre todo, Diego de Lepe, el capitán que hizo un viaje “gemelo” al de Pinzón, que salió de Palos un mes y medio o dos meses después y siguió su rumbo hasta adelantarle en el río Amazonas. También es bastante interesante la versión de Gonzalo Fernández de Oviedo en su Historia General y Natural de las Indias, pues conoció y trato a Pinzón, quien le proporcionó muchos de los datos narrados. En cuanto a las respectivas Crónicas del padre Bartolomé de las Casas y Antonio de Herrera, están basadas en las de fray Bartolomé de Anglería.
En su peculiar y florido lenguaje, Anglería llegó a informar de que, pasadas las Canarias y las islas de Cabo Verde, las naves de Vicente Yáñez tomaron rumbo sudoeste hasta perder de vista la Estrella Polar. Por primera vez, los marinos españoles pasaban el Ecuador y se adentraban en el Hemisferio Sur. Contingencia grave, porque lógicamente no sabían guiarse por las estrellas del cielo austral.
Fernández de Oviedo no relató el viaje. En cuanto a Bartolomé de las Casas, siguió sustancialmente a Anglería, aunque con más austeras expresiones, afirmando que “tomado el camino de las Canarias y de allí a las de Cabo Verde, y salido de la de Santiago, que es una de ellas, a trece días de enero de 1500, tomaron la vía del Austro y después al Levante, y andadas, según dijeron, 700 leguas, perdieron el norte y pasaron la línea equinoccial. Luego tuvieron una terrible tormenta en la que pensaron perecer; anduvieron por aquella vía del Oriente o Levante otras 240 leguas”.
Antonio de Herrera dijo lo mismo, pero hizo constar, al narrar el paso de la línea equinoccial, que Vicente Yáñez fue “el primer súbdito de la Corona de Castilla y de León que la atravesó”.
Anglería en las Décadas del Nuevo Mundo dijo al respecto: “... el 26 de enero vieron tierra desde lejos, y observando la turbiedad del agua del mar, echaron la sonda y hallaron una profundidad de 16 codos, que vulgarmente llaman brazadas, Acercáronse y desembarcaron y, habiendo permanecido allí dos días, pues no encontraron en ese tiempo hombre alguno por más que vieron huellas suyas en la playa, grabaron en los árboles y rocas próximas al litoral los nombres de los Reyes y los propios, con noticia de su llegada, y se marcharon”.
El fraile sevillano insertó en su obra dos afirmaciones muy importantes: primero que el cabo al que llegó Pinzón y bautizó como Consolación era el conocido como San Agustín. Segundo, que Vicente Yáñez tomó posesión de la tierra. Fray Bartolomé de las Casas siguió el relato del milanés, pero no dudó en completarlo con las informaciones y convicciones que fue recopilando con el transcurrir de los años. Para él no existía la menor duda: el cabo de Santa María de la Consolación era el de San Agustín, primera tierra descubierta en el Brasil por Vicente Yáñez Pinzón, que tomó posesión de ella. Desde allí subió por la costa y descubrió las bocas del Amazonas, del Orinoco o río de Mar Dulce y la zona sur de la península de Paria; luego se dirigió a la isla Española, donde arribó el 23 de julio de 1500. Completó su periplo en Lucayas, donde recogió una carga de esclavos y palos tintóreos, regresando a España el 30 de septiembre del mismo año.
Aunque el viaje fue rigurosamente histórico, existió controversia sobre su llegada a Brasil, y algunos autores portugueses defendieron que dicho territorio no fue descubierto hasta que lo alcanzó Alvares Cabral en abril de 1500. Sea como fuere, el rey Fernando el Católico otorgó a Vicente Yáñez en 1501 la gobernación de la costa que había hallado, que iba desde el cabo de Santa María de la Consolación hasta la desembocadura del río Orinoco.
Indudablemente, los Reyes Católicos demostraron que concedían mucha importancia a los descubrimientos de Pinzón y que confiaban en su valía para seguir prestándoles servicios. Por eso, para premiarle por lo que había conseguido, al mismo tiempo que lo animaron a seguir, el 8 de octubre de 1501 fue armado caballero por el monarca en la torre de Comares de la Alhambra, el Palacio Real de Granada.
Pinzón no pudo ir a su gobernación. Tampoco pudo cumplir una capitulación para colonizar Puerto Rico, isla de la que fue nombrado corregidor. Quizá no pudo o no quiso realizar este viaje, posiblemente por falta de recursos. Sin embargo, hubiese podido conseguir crédito aunque a fuera a muy altos intereses. Por tanto, no conviene desechar la posibilidad de que ya en fecha temprana dudara, a raíz de los viajes portugueses a esas costas, de la soberanía de los reyes españoles sobre ellas a raíz del Tratado de Tordesillas y, por consiguiente, de su facultad para otorgarle a él su gobernación.

EXPEDICIÓN A CENTROAMÉRICA
En 1508 fue llamado por el rey para participar en la Junta de Navegantes de Burgos. El marino se encontraba por aquel entonces en la corte, donde enseñó las cartas de navegar al Príncipe. En Burgos se reunió con Juan Díaz de Solís y Amérigo Vespucci para participar en la Junta que decidió enviar una expedición a Centroamérica para descubrir un canal o un paso interoceánico que permitiera llegar a las islas de las Especias.
En su último viaje a las Indias en 1508, salieron de Sevilla con una nao y una carabela. Tras cruzar el Atlántico, Pinzón junto a Díaz de Solís se dirigieron a América Central guiados por el piloto Pedro de Ledesma, que había ido con Colón en su cuarto viaje, y recorrieron las costas de Paria, Darién y Veragua, actuales Venezuela, Colombia y Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras y Guatemala. Al no encontrar el paso que buscaban, rodearon la península de Yucatán y se adentraron en el golfo de México hasta los 23,5º de latitud norte, protagonizando uno de los primeros contactos con la civilización azteca, regresando a España en octubre de 1509. La Corona se incautó de los rescates y mandó procesar a Díaz de Solís, figura que más tarde sería reivindicada. En cuanto a Vicente Yáñez fue nombrado Piloto Mayor de la Casa de Contratación.
Una vez en España, Vicente Yánez se casó por segunda vez y se estableció en Triana, testificando en los Pleitos colombinos contra el Almirante con su acostumbrada moderación. En 1514 se le ordenó acompañar a Pedrarias Dávila al Darién, pero se encontraba enfermo y pidió ser excusado. Era el 15 de marzo y éste fue el último documento oficial en que se le menciona.
Según su amigo, el cronista Gonzalo Fernández de Oviedo, Vicente Yáñez murió aquel mismo año, posiblemente a finales de septiembre, con la misma discreción que vivió, sin saberse tampoco el lugar donde fue enterrado, casi con toda seguridad en el cementerio de Triana. Un triste y oscuro final para uno de los más grandes navegantes de aquella época.