Navegante
y explorador español, descubridor de América junto a Cristóbal Colón y primer
navegante europeo que llegó hasta Brasil. Hizo su primer viaje al Nuevo Mundo
en 1492 como capitán de la carabela La Niña y descubrió
las costas brasileñas del extremo norte en enero de 1500, tres meses antes de
la llegada de Pedro Alvares Cabral a Porto Seguro.
EXPEDICIONES CORSARIAS EN SU JUVENTUD
Sobre
Vicente Yáñez no existe la certeza en cuanto a su año de nacimiento en Palos de
la Frontera
(Cádiz), no obstante, debió ser en 1462, por lo que era el más joven, con
diferencia, de sus hermanos Martín Alonso y Francisco Martín, siendo probable
que tomase el sobrenombre de Yáñez del que fuera alguacil en Palos, Rodrigo
Yáñez, su padrino, como era la costumbre del lugar. Desde muy niño aprendió el
arte de navegar de su hermano mayor, uno de los más destacados navegantes de la
época, participando desde su adolescencia, que fueron tiempos de guerra, en
combates y asaltos.
Se
casó dos veces, la primera con Teresa Rodríguez, que le dio dos hijas. La
segunda, al regreso de su último viaje a Centroamérica en 1509, con Ana Núñez
de Trujillo, con la que convivió en Triana hasta su muerte.
Las
primeras noticias documentadas fueron varias denuncias sobre asaltos a naves
catalanas y aragonesas que realizó, desde que tuvo sólo quince años, entre 1477
y 1479, una época de frecuentes disputas con Portugal, en la que Palos
participó activamente y que agravó su habitual escasez de trigo. Sus vecinos se
quejaban de pasar hambre, y las órdenes reales a varios lugares de que
permitieran el abastecimiento de cereales a Palos fueron desobedecidas. Los
Pinzón, asumiendo sus responsabilidades como líderes naturales de la comarca,
atacaron carabelas que transportaban básicamente trigo.
LA
AVENTURA
DEL
NUEVO MUNDO
Vicente
Yáñez fue el primero en aceptar la invitación de enrolamiento de su hermano,
cuando Martín Alonso decidió apoyar a Cristóbal Colón. Participó en los
preparativos del viaje descubridor, visitando casa por casa a todos sus
parientes, amigos, conocidos y a los más destacados marinos de la zona,
animándoles a embarcarse. Rechazaron los barcos embargados por Colón,
contratando navíos más adecuados y aportaron de su hacienda medio millón de
maravedíes.
Como
capitán de La Niña, sus intervenciones fueron fundamentales
durante el viaje, animando a proseguir la expedición cuando hasta el propio
Colón quería volverse. Sofocó los motines de los marinos de la nao Santa María, acudiendo al salvamento de
éstos cuando la nao naufragó y acompañando al Almirante de regreso a España
durante el resto del viaje, incluso cuando volvió a perderse la Pinta
durante una tormenta, arribando finalmente a Lisboa y Palos.
En
1495 preparó otras dos carabelas, la Vicente Yáñez y la Fraila,
para participar en la armada que Alonso de Aguilar, hermano mayor del Gran
Capitán, iba a dirigir contra el norte de África, pero sobrevinieron las
guerras de Nápoles y se dirigieron a Italia, desde donde no retornaron hasta
1498, recorriendo de paso las costas de Argel y Túnez.
EL DESCUBRIMIENTO DEL BRASIL
Tras
la muerte de Martín Alonso Pinzón, se abrió la brecha existente entre Cristóbal
Colón y los Pinzón, llegando a afirmarse que Vicente Yáñez capituló un viaje
descubridor con el todopoderoso obispo Fonseca, en nombre de los Reyes
Católicos, aunque no existe constancia documental del mismo. Al anularse el
monopolio colombino obtuvo permiso (capitulación de 6 de junio de 1499) para
realizar un nuevo viaje con fines descubridores de nuevas tierras.
Salió
del puerto de Palos con cuatro pequeñas carabelas, por propia iniciativa y a
sus expensas. Le acompañaban su hermano Francisco Martín y gran cantidad de
parientes y amigos, entre ellos y como escribano Garci Fernández, el famoso
físico de Palos que apoyó a Colón cuando nadie lo hacía.
El
relato de este viaje aparece en varias crónicas. De ellas, las Décadas del Nuevo Mundo, escritas en
1501 por el milanés Pedro Mártir de Anglería, son las más cercanas en el tiempo
y basadas en informes de testigos presenciales, entre ellos el propio Vicente
Yáñez, pero, sobre todo, Diego de Lepe, el capitán que hizo un viaje “gemelo” al
de Pinzón, que salió de Palos un mes y medio o dos meses después y siguió su
rumbo hasta adelantarle en el río Amazonas. También es bastante interesante la
versión de Gonzalo Fernández de Oviedo en su Historia General y Natural de las Indias, pues conoció y trato a
Pinzón, quien le proporcionó muchos de los datos narrados. En cuanto a las
respectivas Crónicas del padre
Bartolomé de las Casas y Antonio de Herrera, están basadas en las de fray
Bartolomé de Anglería.
En
su peculiar y florido lenguaje, Anglería llegó a informar de que, pasadas las
Canarias y las islas de Cabo Verde, las naves de Vicente Yáñez tomaron rumbo
sudoeste hasta perder de vista la Estrella
Polar. Por primera vez, los marinos españoles pasaban el
Ecuador y se adentraban en el Hemisferio Sur. Contingencia grave, porque
lógicamente no sabían guiarse por las estrellas del cielo austral.
Fernández
de Oviedo no relató el viaje. En cuanto a Bartolomé de las Casas, siguió
sustancialmente a Anglería, aunque con más austeras expresiones, afirmando que “tomado el camino de las Canarias y de allí
a las de Cabo Verde, y salido de la de Santiago, que es una de ellas, a trece
días de enero de 1500, tomaron la
vía del Austro y después al Levante, y andadas, según dijeron, 700 leguas,
perdieron el norte y pasaron la línea equinoccial. Luego tuvieron una terrible
tormenta en la que pensaron perecer; anduvieron por aquella vía del Oriente o
Levante otras 240 leguas”.
Antonio
de Herrera dijo lo mismo, pero hizo
constar, al narrar el paso de la línea equinoccial, que Vicente Yáñez fue “el primer súbdito de la Corona de Castilla y de
León que la atravesó”.
Anglería
en las Décadas del Nuevo Mundo dijo
al respecto: “... el 26 de enero vieron tierra desde lejos, y
observando la turbiedad del agua del mar, echaron la sonda y hallaron una
profundidad de 16 codos, que vulgarmente llaman brazadas, Acercáronse y
desembarcaron y, habiendo permanecido allí dos días, pues no encontraron en ese
tiempo hombre alguno por más que vieron huellas suyas en la playa, grabaron en
los árboles y rocas próximas al litoral los nombres de los Reyes y los propios,
con noticia de su llegada, y se marcharon”.
El
fraile sevillano insertó en su obra dos afirmaciones muy importantes: primero
que el cabo al que llegó Pinzón y bautizó como Consolación era el conocido como
San Agustín. Segundo, que Vicente Yáñez tomó posesión de la tierra. Fray
Bartolomé de las Casas siguió el relato del milanés, pero no dudó en
completarlo con las informaciones y convicciones que fue recopilando con el
transcurrir de los años. Para él no existía la menor duda: el cabo de Santa
María de la Consolación
era el de San Agustín, primera tierra descubierta en el Brasil por Vicente Yáñez
Pinzón, que tomó posesión de ella. Desde allí subió por la costa y descubrió
las bocas del Amazonas, del Orinoco o río de Mar Dulce y la zona sur de la
península de Paria; luego se dirigió a la isla Española, donde arribó el 23 de
julio de 1500. Completó su periplo en Lucayas, donde recogió una carga de
esclavos y palos tintóreos, regresando a España el 30 de septiembre del mismo
año.
Aunque
el viaje fue rigurosamente histórico, existió controversia sobre su llegada a
Brasil, y algunos autores portugueses defendieron que dicho territorio no fue
descubierto hasta que lo alcanzó Alvares Cabral en abril de 1500. Sea como
fuere, el rey Fernando el Católico otorgó a Vicente Yáñez en 1501 la gobernación
de la costa que había hallado, que iba desde el cabo de Santa María de la Consolación hasta la
desembocadura del río Orinoco.
Indudablemente,
los Reyes Católicos demostraron que concedían mucha importancia a los
descubrimientos de Pinzón y que confiaban en su valía para seguir prestándoles
servicios. Por eso, para premiarle por lo que había conseguido, al mismo tiempo
que lo animaron a seguir, el 8 de octubre de 1501 fue armado caballero por el
monarca en la torre de Comares de la Alhambra, el Palacio Real de Granada.
Pinzón
no pudo ir a su gobernación. Tampoco pudo cumplir una capitulación para
colonizar Puerto Rico, isla de la que fue nombrado corregidor. Quizá no pudo o
no quiso realizar este viaje, posiblemente por falta de recursos. Sin embargo,
hubiese podido conseguir crédito aunque a fuera a muy altos intereses. Por
tanto, no conviene desechar la posibilidad de que ya en fecha temprana dudara,
a raíz de los viajes portugueses a esas costas, de la soberanía de los reyes
españoles sobre ellas a raíz del Tratado de Tordesillas y, por consiguiente, de
su facultad para otorgarle a él su gobernación.
EXPEDICIÓN A CENTROAMÉRICA
En
1508 fue llamado por el rey para participar en la Junta de Navegantes de
Burgos. El marino se encontraba por aquel entonces en la corte, donde enseñó
las cartas de navegar al Príncipe. En Burgos se reunió con Juan Díaz de Solís y
Amérigo Vespucci para participar en la
Junta que decidió enviar una expedición a Centroamérica para
descubrir un canal o un paso interoceánico que permitiera llegar a las islas de
las Especias.
En
su último viaje a las Indias en 1508, salieron de Sevilla con una nao y una
carabela. Tras cruzar el Atlántico, Pinzón junto a Díaz de Solís se dirigieron
a América Central guiados por el piloto Pedro de Ledesma, que había ido con
Colón en su cuarto viaje, y recorrieron las costas de Paria, Darién y Veragua,
actuales Venezuela, Colombia y Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras y
Guatemala. Al no encontrar el paso que buscaban, rodearon la península de
Yucatán y se adentraron en el golfo de México hasta los 23,5º de latitud norte,
protagonizando uno de los primeros contactos con la civilización azteca,
regresando a España en octubre de 1509. La Corona se incautó de los rescates y mandó
procesar a Díaz de Solís, figura que más tarde sería reivindicada. En cuanto a
Vicente Yáñez fue nombrado Piloto Mayor de la Casa de Contratación.
Una
vez en España, Vicente Yánez se casó por segunda vez y se estableció en Triana,
testificando en los Pleitos colombinos contra el Almirante con su acostumbrada
moderación. En 1514 se le ordenó acompañar a Pedrarias Dávila al Darién, pero
se encontraba enfermo y pidió ser excusado. Era el 15 de marzo y éste fue el
último documento oficial en que se le menciona.
Según
su amigo, el cronista Gonzalo Fernández de Oviedo, Vicente Yáñez murió aquel
mismo año, posiblemente a finales de septiembre, con la misma discreción que
vivió, sin saberse tampoco el lugar donde fue enterrado, casi con toda
seguridad en el cementerio de Triana. Un triste y oscuro final para uno de los
más grandes navegantes de aquella época.