FREDERICK COURTENEY SELOUS (1851 - 1917)



Explorador, cazador y conservacionista británico, fue famoso por sus hazañas en el sur y el este del continente africano. Probablemente la vida y obras de este hombre que en la actualidad da nombre a uno de los parques naturales más grandes de África, situado en Tanzania, la Reserva Selous, con una extensión de más de 40.000 kilómetros cuadrados, tres veces mayor que el Parque Nacional del Serengeti y más del doble del tamaño que el Kruger en Sudáfrica y donde se concentra una cantidad y variedad de fauna como en ningún otro lugar de África. En la Reserva Selous existen más de 60.000 elefantes, alrededor de 3.000 leones y unos 150.000 búfalos y desde el año 1982 entró a formar parte del Patrimonio de la Humanidad.

SUS PRIMEROS AÑOS
Selous nació en Londres y estudió en el Rugby School. Su pasiñón por las ciencias naturales lo llevó a decidirse por estudiar las rutas de los animales salvajes en sus hábitats naturales.
A pesar de los intentos de su familia (lo enviaron a estudiar medicina a Alemania y Suiza), bien pronto les comunicó que iba a seguir su sueño de viajar al continente africano y convertirse en explorador y cazador.
Cuando tenía diecinueve años se marchó a Sudáfrica, viajando desde el cabo Buena Esperanza hasta Matabeleland, a donde llegó a principios de 1872. Lobengula, el rey de los ndebele, le concedió permiso para cazar en todos sus dominios.
Desde entonces y hasta 1890, con algunos intervalos pasados en Inglaterra, Selous se dedicó a cazar y explorar las, por aquel tiempo, poco conocidas regiones del norte de Transvaal y al sur de la cuenca del Congo, cazando elefantes y recopilando especimenes de todo tipo de animales para museos y colecciones privadas. Sus viajes contribuyeron al conocimiento del actual Zimbabwe.
Durante sus primeros años se labró fama de experto cazador y valiente descubridor, la cual creció tras publicar varios libros donde relató sus aventuras. Algunos de los despertaron mayor interés fueron A hunter’s wandering in África y Travel yand adventure in South-East África.
Selous realizó valiosas investigaciones etnológicas a lo largo de sus numerosos viajes, donde en muchas ocasiones fue el primer hombre blanco que vieron los habitantes de la zona. Asimismo, mantuvo una relación cordial con las tribus por donde pasaba, ganando la confianza y estima de los jefes, como en el caso de Lonbengula.
El propio Selous se convirtió sin pretenderlo en personaje literario, dado que fue él quien inspirara al escritor Henry Rider Haggard el personaje y la novela que le convertiría en famoso: el aventurero Allan Quatermain protagonista de Las minas del Rey Salomón, encarnación del héroe romántico, audaz y caballeroso.

RHODESIA
En 1890, Selous fue contratado por la Compañía Británica de África del Sur, creada por Rhodes para impulsar la colonización de otros territorios más al norte del río Zambeze, en lo que sería el origen de la República de Rhodesia -un territorio que en la actualidad está ocupado por Zambia y Zimbabwe-. Abrió este camino que llevaría a los colonos hasta Fort Salisbury, la actual Harare, capital de Zimbabwe, y que sería conocido como “La Ruta Selous”. Más de 500 kilómetros de rutas a través de la selva, montañas y lagunas pantanosas.
Después se dirigió al este, hasta Manica, región que con posterioridad cayó bajo el dominio británico.
Cuando en diciembre de 1892 llegó a Inglaterra fue condecorado con una medalla de la Real Sociedad Geográfica británica en reconocimiento a sus exploraciones y descubrimientos, de los que dio buena cuenta en su libro Twenty Years in Zambesia.

SAFARI CON EL PRESIDENTE ROOSEVELT
Selous acabó estableciéndose en Inglaterra, aunque de forma esporádica realizó otras expediciones de caza a través del Asia Menor, Terranova y las Montañas Rocosas canadienses.
En 1909 lideró una numerosa expedición que llevó al que fuera presidente de Estados Unidos Theodore Roosevelt hasta África del Este, el Congo y Egipto. El propósito inicial del safari era el de recopilar especimenes para el Instituto Smithsonian, sin embargo, aquella aventura tuvo un desarrollo bastante distinto. El escritor y experto en temas africanos Javier Reverte, de forma muy crítica llegó a comentar: “Su expedición, bajo una cobertura científica fue una verdadera carnicería. Mató 512 animales de ochenta especies diferentes, entre ellos diecisiete leones, once elefantes, veinte rinocerontes y diez búfalos. Pero hizo cosas peores: hirió a centenares de animales por disparar mal o demasiado lejos y no los persiguió, como señalan las normas de la caza deportiva, porque estaba demasiado gordo. De los veinte rinocerontes que mató, nueve eran rinocerontes blancos, ya que en peligro de extinción por aquellos años, entre ellos cuatro hembras y dos crías. Y sentó el ejemplo de lo que, según él, debía ser un safari: una expedición mortífera dirigida por un ansia sin límite de cazar y cazar”.
Javier Reverte puntualizó que dicha expedición se realizó bajo una cobertura científica para recopilar especimenes y, como puede comprobarse, sí que hicieron una abundante recopilación de ellos. Aunque estas cifras nos parezcan una barbaridad, no eran ni mucho menos una excepción.
Cuando Selous tenía ya 63 años de edad, gozaba de prestigio y admiración, siendo entonces cuando estalló la Primera Guerra Mundial y su sentido del deber le llevó a alistarse como voluntario para participar en la campaña de África Oriental, donde Inglaterra y Alemania disputaban una batalla desigual por el control del África Oriental alemana que se extendía por lo que en la actualidad son los estados de Burundi, Ruanda y Tanzania.
Su participación en la guerra acabó abruptamente el 4 de enero de 1917, abatido por los disparos de un francotirador alemán. La noticia de la muerte de Selous conmocionó a Inglaterra, donde se había convertido ya en leyenda.
Le había llegado el momento que una vez anunció: “Si no puedo disfrutar de buenas cacerías en este mundo, las disfrutaré en el otro”.
Selous está enterrado donde cayó, cerca de las colinas de Beho Beho.
Al margen de la lamentable expedición de caza en compañía del presidente americano Theodore Roosevelt antes citada y, como muchos otros, a lo largo de su vida profesó un profundo respeto por la tierra y las gentes que había aprendido a amar y conservar.