Explorador,
cazador y conservacionista británico, fue famoso por sus hazañas en el sur y el
este del continente africano. Probablemente la vida y obras de este hombre que
en la actualidad da nombre a uno de los parques naturales más grandes de
África, situado en Tanzania, la Reserva
Selous, con una extensión de más de 40.000 kilómetros
cuadrados, tres veces mayor que el Parque Nacional del Serengeti y más del
doble del tamaño que el Kruger en Sudáfrica y donde se concentra una cantidad y
variedad de fauna como en ningún otro lugar de África. En la Reserva Selous existen más de
60.000 elefantes, alrededor de 3.000 leones y unos 150.000 búfalos y desde el
año 1982 entró a formar parte del Patrimonio de la Humanidad.
SUS PRIMEROS AÑOS
Selous
nació en Londres y estudió en el Rugby School. Su pasiñón por las ciencias
naturales lo llevó a decidirse por estudiar las rutas de los animales salvajes
en sus hábitats naturales.
A
pesar de los intentos de su familia (lo enviaron a estudiar medicina a Alemania
y Suiza), bien pronto les comunicó que iba a seguir su sueño de viajar al
continente africano y convertirse en explorador y cazador.
Cuando
tenía diecinueve años se marchó a Sudáfrica, viajando desde el cabo Buena Esperanza
hasta Matabeleland, a donde llegó a principios de 1872. Lobengula, el rey de
los ndebele, le concedió permiso para
cazar en todos sus dominios.
Desde
entonces y hasta 1890, con algunos intervalos pasados en Inglaterra, Selous se
dedicó a cazar y explorar las, por aquel tiempo, poco conocidas regiones del
norte de Transvaal y al sur de la cuenca del Congo, cazando elefantes y
recopilando especimenes de todo tipo de animales para museos y colecciones
privadas. Sus viajes contribuyeron al conocimiento del actual Zimbabwe.
Durante
sus primeros años se labró fama de experto cazador y valiente descubridor, la
cual creció tras publicar varios libros donde relató sus aventuras. Algunos de
los despertaron mayor interés fueron A
hunter’s wandering in África y Travel
yand adventure in South-East África.
Selous
realizó valiosas investigaciones etnológicas a lo largo de sus numerosos
viajes, donde en muchas ocasiones fue el primer hombre blanco que vieron los
habitantes de la zona. Asimismo, mantuvo una relación cordial con las tribus
por donde pasaba, ganando la confianza y estima de los jefes, como en el caso
de Lonbengula.
El
propio Selous se convirtió sin pretenderlo en personaje literario, dado que fue
él quien inspirara al escritor Henry Rider Haggard el personaje y la novela que
le convertiría en famoso: el aventurero Allan Quatermain protagonista de Las minas del Rey Salomón, encarnación
del héroe romántico, audaz y caballeroso.
RHODESIA
En
1890, Selous fue contratado por la Compañía Británica
de África del Sur, creada por Rhodes para impulsar la colonización de otros
territorios más al norte del río Zambeze, en lo que sería el origen de la República de Rhodesia
-un territorio que en la actualidad está ocupado por Zambia y Zimbabwe-. Abrió
este camino que llevaría a los colonos hasta Fort Salisbury, la actual Harare,
capital de Zimbabwe, y que sería conocido como “La
Ruta Selous”. Más de 500 kilómetros de
rutas a través de la selva, montañas y lagunas pantanosas.
Después
se dirigió al este, hasta Manica, región que con posterioridad cayó bajo el
dominio británico.
Cuando
en diciembre de 1892 llegó a Inglaterra fue condecorado con una medalla de la Real Sociedad Geográfica
británica en reconocimiento a sus exploraciones y descubrimientos, de los que
dio buena cuenta en su libro Twenty Years
in Zambesia.
SAFARI CON EL PRESIDENTE ROOSEVELT
Selous
acabó estableciéndose en Inglaterra, aunque de forma esporádica realizó otras
expediciones de caza a través del Asia Menor, Terranova y las Montañas Rocosas
canadienses.
En
1909 lideró una numerosa expedición que llevó al que fuera presidente de
Estados Unidos Theodore Roosevelt hasta África del Este, el Congo y Egipto. El
propósito inicial del safari era el de recopilar especimenes para el Instituto
Smithsonian, sin embargo, aquella aventura tuvo un desarrollo bastante
distinto. El escritor y experto en temas africanos Javier Reverte, de forma muy
crítica llegó a comentar: “Su expedición,
bajo una cobertura científica fue una verdadera carnicería. Mató 512 animales
de ochenta especies diferentes, entre ellos diecisiete leones, once elefantes,
veinte rinocerontes y diez búfalos. Pero hizo cosas peores: hirió a centenares
de animales por disparar mal o demasiado lejos y no los persiguió, como señalan
las normas de la caza deportiva, porque estaba demasiado gordo. De los veinte
rinocerontes que mató, nueve eran rinocerontes blancos, ya que en peligro de
extinción por aquellos años, entre ellos cuatro hembras y dos crías. Y sentó el
ejemplo de lo que, según él, debía ser un safari: una expedición mortífera
dirigida por un ansia sin límite de cazar y cazar”.
Javier
Reverte puntualizó que dicha expedición se realizó bajo una cobertura
científica para recopilar especimenes y, como puede comprobarse, sí que
hicieron una abundante recopilación de ellos. Aunque estas cifras nos parezcan
una barbaridad, no eran ni mucho menos una excepción.
Cuando
Selous tenía ya 63 años de edad, gozaba de prestigio y admiración, siendo
entonces cuando estalló la Primera Guerra
Mundial y su sentido del deber le llevó a alistarse como voluntario para
participar en la campaña de África Oriental, donde Inglaterra y Alemania
disputaban una batalla desigual por el control del África Oriental alemana que
se extendía por lo que en la actualidad son los estados de Burundi, Ruanda y
Tanzania.
Su
participación en la guerra acabó abruptamente el 4 de enero de 1917, abatido
por los disparos de un francotirador alemán. La noticia de la muerte de Selous
conmocionó a Inglaterra, donde se había convertido ya en leyenda.
Le
había llegado el momento que una vez anunció: “Si no puedo disfrutar de buenas cacerías en este mundo, las
disfrutaré en el otro”.
Selous
está enterrado donde cayó, cerca de las colinas de Beho Beho.
Al
margen de la lamentable expedición de caza en compañía del presidente americano
Theodore Roosevelt antes citada y, como muchos otros, a lo largo de su vida
profesó un profundo respeto por la tierra y las gentes que había aprendido a
amar y conservar.