Después del descubrimiento del nuevo
Mar del Sur, Núñez de Balboa propuso la búsqueda de las regiones ricas en oro.
Decidió recorrer las tierras de los caciques Coquera y Tumaco, a quienes venció
fácilmente, enterándose después de que las perlas se producían en abundancia en
unas islas donde regía Terarequi, otro poderoso cacique que dominaba esa
región, no dudando en embarcarse en canoa hacia esas islas, muy a pesar de que
era el mes de octubre de 1513 y las condiciones climáticas no resultaban ser
las mejores.
Apenas logró divisar las islas, llamó
Isla Rica (hoy Isla del Rey) a la mayor de éstas, y a toda la región
Archipiélago de las Perlas, un nombre que persiste en la actualidad.
Transcurrido un mes, Núñez de Balboa
decidió regresar a Santa María La
Antigua del Darién, pero a través de una ruta diferente, para
de tal forma seguir descubriendo territorios. Atravesó las regiones de Teoca,
Pacra, Bugue Bugue, Bononaima y Chiorizo y cuando llegó a los territorios del
cacique Tubanamá, tuvo que enfrentarse a él con mucha violencia, venciéndole al
final. En el mes de diciembre llegó a las tierras del cacique Pocorosa, en el
golfo de San Blas, ya en el Caribe, dirigiéndose posteriormente a las tierras
de Comadre, donde el cacique ya había muerto debido a su edad avanzada, y su
hijo Panquiaco era el nuevo cacique. Desde allí decidió atravesar las tierras
de Ponca y Careta, para finalmente llegar a Santa María en enero de 1514, con
un gran botín de artículos de algodón, más de mil castellanos de oro, sin
contar con la cantidad de perlas; pero nada de esto era comparable con el
descubrimiento de un nuevo mar para los españoles. Núñez de Balboa asignó a
Pedro de Arbolancha para que viajase a España con la noticia del descubrimiento
y envió una quinta parte de las riquezas obtenidas al rey, tal y como
establecían las leyes.
DISPUTAS
CON PEDRARIAS DÁVILA
Las acusaciones del bachiller
Fernández de Enciso, a quien Núñez de Balboa había despojado del poder, y la
destitución y posterior desaparición de Nicuesa, hicieron que el rey nombrara
gobernador de la nueva provincia de Castilla de Oro a Pedro Arias de Ávila
(mejor conocido como Pedrarias Dávila), quien después se destacó por su actitud
sanguinaria.
Cuando Pedro de Arbolancha regresó, se
calmaron un poco los ánimos y las peticiones de hombres que Balboa había hecho
al monarca español fueron cumplidas a través del nuevo gobernador, quien partió
con una expedición de 1500 hombres y 17 naves, siendo la más numerosa y completa
que había salido de España con destino a América. En esta gran expedición lo
acompañaron el licenciado Gaspar de Espinosa con el cargo de Alcalde Mayor, el
mismo bachiller Fernández de Enciso, entonces como Alguacil Mayor, el cronista
Gonzalo Fernández de Oviedo que iba en calidad de oficial real, aparte de
varios capitanes, entre ellos Juan de Ayora como lugarteniente de Pedrarias.
También fueron varios clérigos, entre los que se encontraba el fraile
franciscano Juan de Quevedo, asignado como obispo de Santa María, y finalmente
varias mujeres, entre las cuales estaba Isabel de Bobadilla, esposa de
Pedrarias.
Más de quinientos hombres murieron de
hambre o víctimas del clima poco después de desembarcar en Darién. Fernández de
Oviedo expresó en sus crónicas que caballeros cubiertos de sedas y brocados,
que se habían distinguido valerosamente en las guerras de Italia, morían de
inanición consumidos por la naturaleza de la selva tropical.
Núñez de Balboa recibió a Pedrarias
junto con sus emisarios, en el mes de julio de 1514, y aceptó bastante
resignado la sustitución del cargo de gobernador y Alcalde Mayor. Tal
circunstancia causó cierto disgusto entre los colonos y algunos incluso
pensaban ya en usar las armas, sin embargo Núñez de Balboa se mostró respetuoso
con los nuevos emisarios coloniales.
Cuando Pedrarias tomó el cargo, Gaspar
de Espinosa apresó a Núñez de Balboa y se le enjuició “en ausencia” , dando
como resultado el pago de una indemnización a Fernández de Enciso, siendo
declarado inocente de la muerte de Nicuesa, por lo que fue liberado
posteriormente.
Debido a la situación de
sobrepoblación existente en Santa María, Pedrarias llamó a varios
expedicionarios para buscar nuevos lugares para establecerse. Núñez de Balboa
le pidió a Pedrarias poder realizar una nueva expedición al Dabaibe, en la
cuenca del río Atrato, donde se rumoreaba que existía un templo con grandes
riquezas, sin embargo, esta expedición fue un fracaso y el propio Núñez de
Balboa quedó herido por los constantes ataques de los indígenas de la región. A
pesar de ello, no se detuvieron las ambiciones del descubridor para seguir
recorriendo nuevamente el Mar del Sur, así que logró conseguir secretamente un
contingente de hombres provenientes de Cuba y la embarcación que los traía se
estableció en las afueras de Santa María, el encargado de la embarcación avisó
a Núñez de Balboa y dio a éste la cantidad de 70 castellanos. Pedrarias no
tardó en darse cuenta de la presencia de la embarcación y furioso apresó a
Núñez de Balboa, le quitó a los hombres que necesitaba y estaba dispuesto a
encerrar al descubridor en una jaula de madera, sin embargo, el arzobispo
Quevedo apeló para que no se llevara a cabo el castigo.
Por suerte, en esos días la Corona española había
reconocido el gran servicio de Núñez de Balboa, y el rey lo investía con el
cargo de Adelantado del Mar del Sur y Gobernador de Panamá y Coiba, sumado a
eso el rey recomendó a Pedrarias que guardara todas las consideraciones y que
le consultara de cualquier asunto relacionado con la conquista y el gobierno de
Castilla de Oro. Esto motivó que Pedrarias absolviera a Núñez de Balboa por el
asunto de la llegada clandestina de hombres para su campaña.
OCASO
Y TRÁGICA MUERTE
A partir de aquel momento la rivalidad
entre Núñez de Balboa y Pedrarias cesó de repente, en parte también por la
acción tomada por el arzobispo Quevedo junto con Isabel de Bobadilla para dar
en matrimonio a una de las hijas de Pedrarias, María de Peñalosa, que se
encontraba en España; así se dispuso el matrimonio y el arzobispo partió rumbo
a España. La boda se realizó por poderes, pero nunca se llegaron a conocer
(María de Peñalosa se casaría más tarde con Rodrigo Contreras). Las relaciones
amistosas con Pedrarias duraron apenas dos años y Núñez de Balboa comenzó a
tratarlo con afecto paternal.
Núñez de Balboa quiso continuar la
exploración del Mar del Sur, pero su suegro retardó en todo lo posible su
partida. Como la oposición a este proyecto ya no era sostenible dentro de la
aparente cordialidad que reinaba entre ambos, Pedrarias consintió que Núñez de
Balboa llevara a cabo dicha expedición, dándole licencia para que explorara
durante un año y medio.
Así, entre 1517 y 1518, se trasladó a
Acla con 300 hombres y logró preparar los materiales para hacer los barcos,
haciendo uso de indígenas. Logró trasladarse hasta el río Balsas, donde
construyó cuatro navíos y después navegó 74 kilómetros por el
Pacífico, recorriendo el archipiélago de las Perlas y más tarde las costas del
Darién hasta Puerto Piñas. Durante estas expediciones escuchó acerca de un gran
imperio que quedaba en las tierras del sur, para poder viajar hasta ellas.
Regresó a Acla para proseguir la construcción de embarcaciones más sólidas con
que realizar los siguientes viajes.
No obstante, al regreso de Pedrarias,
éste le escribió cartas en términos amables para que se presentara ante él con
mucha urgencia, y Núñez de Balboa accedió con rapidez. En mitad del camino se
encontró con un grupo de hombres al mando de Francisco Pizarro, quien lo detuvo
por orden del gobernador y fue acusado de traidor por intento de usurpación del
poder contra Pedrarias, y de tratar de crear un gobierno aparte en el Mar del
Sur.
Núñez de Balboa indignado, negó esta
acusación y solicitó que se le enviara a La Española o a España para su juicio, pero
Pedrarias, junto con el alcalde Espinosa, ordenaron que se llevara a cabo el
juicio lo más pronto posible.
Núñez de Balboa fue sentenciado por
Espinosa con la ena de muerte el 15 de enero de 1519 y debería ser decapitado
junto con cuatro de sus amigos: Fernando de Argüello, Luis Botello, Hernán
Muñoz y Aldrés Valderrábano, acusados de cómplices, en el poblado de Acla, como
demostración de que la conspiración tenía raíces en la colonia.
Núñez de Balboa fue conducido al
patíbulo con sus amigos y la voz del pregonero que iba a llevar a cabo la
ejecución dijo: “Esta es la justicia que
el Rey y su teniente Pedro Arias de Ávila mandan hacer contra este hombre por
traidor y usurpador de los territorios de la Corona”.
Núñez de Balboa no pudo contener su rabia
e indignación y respondió: “Mentira,
mentira, nunca halló cabida en mí semejante crimen. He servido al Rey como
leal, sin pensar sino en acrecentar sus dominios”.
Pedrarias observó la ejecución
permaneciendo oculto detrás de un tablado.
Un verdugo con un hacha consumó el
castigo. Las cabezas de los decapitados permanecieron varios días expuestas en
el pueblo, ante la curiosidad y temor de los habitantes.
Se desconoce el destino que corrieron
los restos de Núñez de Balboa, debido en parte a que los textos y crónicas no
mencionan lo que sucedió después de la ejecución.
Y así fue como Francisco Pizarro, al
entregar a Núñez de Balboa a su muerte, consiguió el apoyo de Pedrarias para la
organización de la expedición que lo llevaría a la conquista del Perú, y Gaspar
de Espinosa fue quien recorrió parte del Mar del Sur en los barcos que el mismo
Núñez de Balboa mandó construir.
En 1520, Fernando de Magallanes
rebautizaría el mar descubierto por Vasco Núñez de Balboa como océano Pacífico,
por sus aparentemente aguas tranquilas.