Gran
explorador español que fue el primer europeo en divisar el océano Pacífico
desde su costa oriental y en fundar una ciudad permanente en tierras
continentales americanas.
Nacido
en Jerez de los Caballeros (Badajoz) y descendiente de los señores del castillo
de Balboa, cerca de Villafranca, en la actual León, se cree que su padre fue el
hidalgo Nuño Arias de Balboa, pero sobre quien fue su madre existen más dudas
(podría haber sido una mujer de La
Antigua, de cuyo valle procedía directamente también Don Nuño
Arias de Balboa, o tal vez una dama extremeña de la que se desconocen más
datos). Tampoco se conocen con certeza más datos de su infancia. Durante su
adolescencia sirvió como paje y escudero de Pedro Portocarrero, señor de
Moguer.
En
1500, motivado por su señor con las noticias de los viajes de Cristóbal Colón
hacia el Nuevo Mundo, decidió emprender su primer viaje a América dentro de la
expedición de Rodrigo de Bastidas. Al año siguiente recorrió las costas del mar
Caribe desde el este de Panamá, pasando por el golfo de Urabá, hasta el cabo de
la Vela
(correspondientes a la actual Colombia). Con las ganancias que le produjo dicha
campaña, se retiró a La
Española en 1502, donde compró una propiedad y allí residió
varios años ocupándose de la agricultura. Pero no tuvo demasiada suerte en ella
y comenzó a endeudarse, hasta que finalmente se vio obligado a abandonarla.
En
1508 el rey Fernando el Católico sometió a concurso la conquista de la llamada
Tierra Firme. Se crearon dos nuevas gobernaciones en las tierras comprendidas
entre los cabos de la Vela
(Colombia) y de Gracias a Dios (actualmente en la frontera entre Honduras y
Nicaragua). Se tomó el golfo de Urabá como límite de ambas gobernaciones: Nueva
Andalucía al este, gobernada por Alonso de Ojeda y Veragua al oeste, gobernada
por Diego de Nicuesa.
Un
año después, queriendo librarse de sus acreedores en Santo Domingo, Núñez de
Balboa se embarcó como polizón (dentro de un barril y junto con su perro Leoncico)
en la expedición comandada por el bachiller y Alcalde Mayor de Nueva Andalucía,
Martín Fernández de Enciso, que salió a socorrer al gobernador Alonso de Ojeda
quien era su superior. Ojeda junto con sesenta hombres había fundado el poblado
de San Sebastián de Urabá en Nueva Andalucía. Sin embargo, cerca del
establecimiento existían muchos indígenas belicosos que usaban armas venenosas,
y Ojeda había quedado herido en una pierna. Poco después, Ojeda se retiró en un
barco a La Española,
dejando el establecimiento a cargo de Francisco Pizarro, que en aquel momento
no era más que un valiente soldado en espera de que llegara la expedición de
Enciso.
Ojeda
le pidió a Pizarro que se mantuviera con unos pocos hombres por cincuenta días
en el poblado, o que de lo contrario usara todos los medios para regresar a La Española.
Antes
de llegar la expedición a San Sebastián de Urabá, Fernández de Enciso descubrió
a Núñez de Balboa a bordo del barco y le amenazó con dejarlo en la primera isla
desierta que se encontrara. Pero el bachiller quedó convencido de la utilidad
que tenían sus conocimientos en aquella región, la cual había explorado durante
varios años, ello sumado a las solicitudes de la tripulación de que no
cometiera ese acto, por lo que no le quedó más remedio que perdonarle la vida y
mantenerlo a bordo.
FUNDACIÓN DE SANTA MARÍA LA ANTIGUA DEL DARIÉN
Transcurridos
los cincuenta días, Pizarro comenzó a movilizarse para regresar a La Española, cuando
justamente llegó la embarcación de Fernández de Enciso. Entretanto, Núñez de
Balboa había adquirido popularidad entre sus compañeros merced a su carisma y a
su conocimiento del territorio. Sin embargo, con Fernández de Enciso era más
apreciable el disgusto entre los hombres, ya que el bachiller, usando sus
facultades como Alcalde Mayor ordenó el regreso a San Sebastián, cuando la
mayor sorpresa fue que el poblado estaba totalmente destruido y, además, los
indígenas les aguardaban y comenzaron a atacarles sin descanso.
Debido
a lo peligroso del territorio, Núñez de Balboa sugirió que el poblado de San
Sebastián fuera trasladado hacia la región del Darién, al oeste del golfo de
Urabá, donde la tierra era más fértil y habitaban indígenas menos belicosos.
Fernández
de Enciso tomo con seriedad dicha sugerencia. Más tarde, el regimiento se
trasladó a Darién, donde los esperaba el cacique Cémaco, junto con quinientos
combatientes prestos a la batalla. Los españoles, temerosos de la situación,
ofrecieron sus votos a la
Virgen de La
Antigua, muy venerada en Sevilla, de que si resultaran
victoriosos en la batalla darían su nombre a una población de aquella región.
La batalla fue muy reñida para ambos bandos, pero por un golpe de suerte los
españoles salieron victoriosos.
Cémaco,
quien fue señor de la comarca, junto con sus combatientes, abandonó el pueblo
hacia las selvas del interior. Núñez de Balboa hizo promesa del voto y fundó en
septiembre de 1510 el primer establecimiento permanente en tierras
continentales americanas, Santa María la Antigua del Darién.
El
triunfo de los españoles y la posterior fundación de Santa María la Antigua del Darién,
situada entonces en un lugar de relativa calma, dieron a Vasco Níñez de Balboa
autoridad y consideración entre sus compañeros, hartos del Alcalde Mayor
Fernández de Enciso, a quien calificaban de déspota y avaro por las
restricciones que tomó contra el oro, que era objeto de codicia de los colonos.
Núñez
de Balboa aprovechó la situación haciéndose vocero de los colonos disgustados,
y usando la ley destituyó a Fernández de Enciso del cargo de gobernante de la
ciudad, con una prueba contundente: siendo sustituto Ojeda estaba controlando
un área que se encontraba en Veragua, al oeste del golfo de Urabá (límite de
las dos gobernaciones). Su mandato era ilegítimo porque el gobernante era Nicuesa
y no Ojeda: Fernández de Enciso debía ser depuesto y arrestado. Después de la
destitución, se estableció un Cabildo abierto y se eligió un gobierno municipal
(el primero en el continente americano), designándose dos alcaldes: Martín
Samudio y Vasco Búñez de Balboa.
Poco
después llegó a Santa María una flotilla encabezada por Rodrigo Enrique de
Colmenares, que tenía como objetivo encontrar a Nicuesa, quien también estaba
en aprietos en alguna parte del norte de Panamá. Cuando supo de los hechos
persuadió a los colonos de la ciudad de que debían someterse a la autoridad de
Nicuesa, ya que se hallaban en su gobernación. Enrique de Colmenares invitó a
dos representantes que el Cabildo nombraría para que viajaran con su florilla y
ofrecer a Nicuesa el control de la ciudad. Los dos representantes fueron Diego
de Albites y Diego del Corral.
GOBERNADOR DE VERAGUA
Enrique
de Colmenares encontró a Nicuesa bastante malherido y con pocos hombres cerca
de Nombre de Dios, debido a una escaramuza que tuvo con indígenas de esa
región; después del rescate, el gobernador oyó hablar de las hazañas de Núñez
de Balboa, del botín del cacique Cémaco y de la prosperidad que había en Santa
María; por su parte, Nicuesa respondió que habría castigos y despojos cuando
asumiera el cargo de la ciudad, ya que consideró el acto de Núñez de Balboa
como una intromisión de su autoridad en Veragua.
Los
representantes de Santa María fueron persuadidos por Lope de Olano, que estaba
encarcelado junto con varios presos descontentos, de que iban a cometer un
error grave si entregaban el control a Nicuesa, calificado de avaro y cruel, y
que era capaz de destruir la prosperidad de la ciudad. Con estas pruebas,
Albites y Corral huyeron del Darién antes de que Nicuesa llegara e informaron
tanto a Núñez de Balboa como al resto de autoridades municipales de las
intenciones del gobernador.
Cuando
Nicuesa llegó al puerto de la ciudad, apareció una muchedumbre y se desencadenó
un tumulto que impidió al gobernador desembarcar en la ciudad. Nicuesa insistió
en ser recibido no ya en calidad de gobernador, sino como un simple soldado,
pero aun así los colonos se negaron a que desembarcara. En cambio, fue obligado
a subirse a un barco en malas condiciones y con pocas provisiones, y fue
abandonado a su suerte junto con otras diecisiete personas. El barco
desapareció sin dejar rastro de Nicuesa y sus acompañantes.
Núñez
de Balboa obtuvo el cargo de gobernador de Veragua después de la expulsión y
posterior desaparición de Nicuesa, y con ello el mando absoluto de Santa María
y Veragua. Comenzó a mostrar su faceta de gran aventurero embarcándose al oeste
y recorriendo todo el istmo de Panamá y fortaleciendo su amistad con tribus
indígenas, intentando remontar ríos, montañas y pantanos malsanos en busca de
oro y de esta forma tratando de ampliar sus dominios. También pudo aplacar
revueltas de barios españoles que desafiaban sus autoridad, su fuerza,
diplomacia y poder de concilio. Convirtiéndose también muy respetado entre los
indígenas.
Hizo
que los sus soldados se habituaran a la vida de exploradores de nuevas tierras
y logró recoger mucho oro. En 1513 escribió una extensa carta al rey de España
en la que le solicitaba más hombres aclimatados en La Española, armas,
provisiones, carpinteros para construir buques y los materiales necesarios para
levantar un astillero. Dos años después, en otra carta hablaba de su política
humanitaria para con los indígenas, aconsejando al mismo tiempo que las tribus
caníbales o temidas fueran castigadas con severidad.
Desde
finales de 1512 e inicios de 1513, llegó a una región donde dominaba el cacique
Careta, lo dominó fácilmente y luego se hizo su amigo, recibiendo el bautismo y
pactando una alianza, asegurándose de tal forma la subsistencia de la colonia,
ya que el cacique prometió ayudar a los españoles con alimentos.
Núñez
de Balboa prosiguió su avance llegando a las tierras del vecino y rival de
Careta, el cacique Ponca, y éste huyó hacia las montañas, dejando solos a los
españoles y los indígenas aliados de Careta, quienes destruyeron sus poblados.
Poco después se dirigió hacia los dominios del cacique Comadre, territorio
fértil pero muy salvaje, aunque cuando llegaron fueron recibidos pacíficamente
a tal punto que fueron invitados a un agasajo; de igual manera, Comadre fue
bautizado.
Fue
en esta región donde Núñez de Balboa escuchó por primera vez de la existencia
de otro mar, todo esto por una disputa que hicieron los españoles con el poco
oro que recibían cada uno. Panquiaco, hijo mayor de Comadre, enojado por la
avaricia de los españoles, tumbó la balanza que medía el oro y replicó: “Si tan ansiosos estáis de oro que
abandonáis vuestra tierra para venir a inquietar la ajena, yo os mostraré un
lugar donde podéis a manos llenas satisfacer ese deseo”. Panquiaco habló de un reino al sur donde
la gente era tan rica que utilizaban vajillas y utensilios en oro para comer y
beber, y que necesitaban al menos mil hombres para vencer a las tribus que
habitaban tierra adentro y los que estaban en las costas del otro mar.
DESCUBRIMIENTO DEL MAR DEL SUR
La
noticia inesperada de un nuevo mar fue tomada muy en cuenta por Núñez de
Balboa. Decidió regresar a Santa María a comienzos de 1513 para disponer de más
hombres provenientes de La
Española, siendo entonces cuando se enteró de que Fernández
de Enciso había persuadido a las autoridades coloniales de lo ocurrido en Santa
María; así Núñez de Balboa envió a Enrique de Colmenares directamente a España
para buscar ayuda, en vista de que no hubo respuesta de parte de las
autoridades de La Española.
Mientras,
en Santa María se organizaban expediciones en busca del famoso mar. Algunos recorrieron el río Atrato hasta diez
leguas hacia el interior, sin ningún éxito. La respuesta de más hombres y
suministros en España fue negada, porque el caso de Fernández de Enciso ya era
conocido por la corte española. Así, a Núñez de Balboa no le quedó más remedio
que emplear los pocos recursos que tenía en la ciudad para realizar el posible
descubrimiento.
Usando
varios informes dados por caciques indígenas amigos, emprendió el viaje desde
Santa María a través del istmo de Panamá el 1 de septiembre de 1513, junto con
190 españoles, algunos guías indígenas y una jauría de perros. Usando un
pequeño bergantín y diez canoas indígenas recorrieron por mar y llegaron a las
tierras del cacique Careta, y una semana después se internaron junto con un
contingente mayor de indígenas hacia las tierras de Ponca, que se había
reorganizado; pero fue vencido e hizo alianza con Núñez de Balboa. Después de
varios días remontaron la espesa selva hasta llegar a las tierras del cacique
Torecha que dominaba el poblado de Cuarecuá. En este poblado se desató una
férrea y persistente batalla. Torecha fue vencido y muerto en combate,
decidiendo sus hombres aliarse con Núñez de Balboa, aunque gran parte de la
expedición estaba maltrecha y herida, por ello decidieron descansar en
Cuarecuá.
Los
pocos que siguieron a Núñez de Balboa se internaron en las cordilleras del río
Chucuna. Según informes de los indígenas, desde la cima de esta cordillera se
podía divisar el mar, así que el propio Núñez de Balboa se adelantó al resto de
los expedicionarios, y antes del mediodía logró alcanzar la cima y contemplar
lejos en el horizonte, las aguas del mar desconocido. La emoción fue tal que
los demás se apresuraron a demostrar su alegría y felicidad por el gran
descubrimiento. El capellán de la expedición, el clérigo Andrés de Vera, logró
entonar el Te Deum Laudamus, mientras
que el resto de los hombres erigieron pirámides de piedras e intentaron con las
espadas grabar cruces e iniciales sobre las cortezas de los árboles del lugar,
dando fe de que en aquel lugar se había realizado el descubrimiento. Fue desde
la cumbre del istmo de Panamá donde Vasco Núñez de Balboa contempló el nuevo
azul a ojos del Viejo Mundo. Todo ello ocurrió el 25 de septiembre de 1513.
A
partir de entonces, sin España saberlo, ya podía mirar a Catay y Cipango… la China y Japón, el primigenio
destino de la aventura que nació con Cristóbal Colón en el monasterio de La Rábida (Huelva) en 1492.
De
este gran descubrimiento del mar del Sur se ha cumplido ya el quinto
centenario.
Pasado
el momento épico del gran hallazgo, la expedición bajó de las cordilleras rumbo
al mar, consiguiéndose dos días después. Alonso Martín, que lideraba uno de los
grupos fue el primero en embarcarse en una canoa y dando fe de que había
navegado por primera vez en dicho mar. De regreso, avisó a Núñez de Balboa,
quien marchó con 26 hombres hasta la misma playa. Una vez allí, levantó las
manos, en una de ellas estaba su espada y enla otra un estandarte de la Virgen María. Entró en el nuevo
mar hasta las rodillas y tomó posesión en nombre de los soberanos de Castilla.
Después
de haber recorrido más de 110 kilómetros, bautizó el golfo donde se
encontraban como San Miguel, porque fue descubierto el día de San Miguel
Arcángel y el nuevo mar como Mar de Sur, nombre dado entonces al océano
Pacífico. Aquel capítulo de la historia está considerado como el más importante
después del descubrimiento de América en 1492.
Continuará