A principios de mayo de 1500, la flota retomó su viaje navegando a lo largo de toda la costa Este de América del Sur. Al seguir esta ruta, Alvares Cabral se convenció de que había encontrado un continente entero, y no sólo una isla como llegó a pensar al principio.
La flota viró al Este tomando dirección hacia África. En los últimos días de aquel mes de mayo la expedición se topó con una tempestad en el Atlántico Sur que causó la pérdida de cuatro navíos. El lugar del desastre es desconocido (las especulaciones varían desde el cabo de Buena Esperanza, en el extremo Sur del continente africano, hasta un lugar a la vista de la costa Sur americana). Tres naves y una carabela comandadas por Bartolomeu Dias (el primer europeo en navegar por las costas del cabo Buena Esperanza en 1488) naufragaron y se llevaron la vida de casi cuatrocientos hombres.
Los restantes navíos, perjudicados por el mal tiempo y con sus equipos dañados, se separaron. Uno de ellos, comandado por Diogo Dias, vagó sin dirección, mientras que los otros seis lograron reagruparse en formaciones de tres navíos cada uno. El grupo de Alvares Cabral navegó al Este, pasando por fin el cabo de Buena Esperanza.
Determinada su posición y avistando tierra, tomaron dirección al Norte y desembarcaron en algún lugar del archipiélago de las Islas Primeras y Segundas, a lo largo de África Oriental y al Norte de Sofala (Mozambique).
La flota principal permaneció anclada en el puerto de Sofala al menos diez días mientras los barcos eran reparados, dirigiéndose posteriormente hacia el Norte y llegando a Kilwa Kisiwani (en la actual Tanzania) el 26 de mayo, donde Alvares Cabral intentó negociar un tratado comercial con el rey local, pero fracasó en el intento.
De Kilwa Kisiwani partieron hacia Malindi, donde desembarcaron el 2 de agosto, siendo allí donde Alvares Cabral se reunió con las autoridades locales, estableciendo relaciones de amistad e intercambió presentes. Asimismo, en Malindi fueron reclutados pilotos para la última etapa del viaje hasta la India.
Antes de llegar al destino final, desembarcaron en Angediva (actual Goa en India), donde se abastecían los navíos camino a Calicut. Allí los barcos fueron calafateados y pintados, realizándose los últimos preparativos para el encuentro con el gobernador de Calicut.
La flota partió de Angediva y llegó a Calicut el 13 de septiembre. Alvares Cabral tuvo éxito en las negociaciones con el Samorím (título dado al gobernador de Calicut) y obtuvo autorización para instalar una factoría y un almacén en la ciudad-estado.
Con la esperanza de mejorar aún más las relaciones, Alvares Cabral envió a sus hombres en varias misiones militares a petición del Samorim. Mientras tanto, a mediados de diciembre de aquel año, la factoría sufrió un ataque perpetrado por unos trescientos musulmanes e indígenas indios. Muy a pesar de la desesperada defensa de los ballesteros, medio centenar de portugueses fueron asesinados. Los defensores restantes se retiraron a los navíos, algunos incluso llegaron nadando. Creyendo que el ataque fue el resultado de una incitación no autorizada por parte de los comerciantes árabes celosos, Alvares Cabral esperó un día entero para obtener una explicación del gobernante de Calicut, pero ésta no se produjo.
Lógicamente, los portugueses se indignaron con el ataque a la factoría y la muerte de sus compañeros, por lo que atacaron diez navíos mercantes de los árabes anclados en el puerto, mataron alrededor de seiscientos tripulantes y confiscaron el cargamento antes de incendiar los barcos. Asimismo, Alvares Cabral ordenó que sus navíos bombardearan la ciudad durante un día entero en represalia por la violación del acuerdo. La masacre fue atribuida, en parte, a la animosidad portuguesa en relación a los musulmanes, resultante de muchos siglos de conflictos con los moros en la Península Ibérica y el Norte de África. Además, los portugueses estaban determinados a dominar el comercio de las especias y no tenían intención de permitir el florecimiento de la competencia. Por su parte, los árabes tampoco tenían interés en permitir que “extranjeros” quebrasen su monopolio sobre las especias.
Los portugueses habían comenzado por insistir en que se les diese un trato preferencial en todos los aspectos del comercio. La carta del rey Manuel I entregada por Alvares Cabral al gobernante de Calicut -traducida por los intérpretes árabes- pedía la exclusión de los comerciantes árabes. Y éstos, creyendo que estaban a punto de perder sus oportunidades de negocio y sus medios de subsistencia, intentaron colocar al gobernante indio en contra de los lusos. Lo realmente cierto es que durante siglos los portugueses y los árabes desconfiaban unos de otros.
Los portugueses percibieron que eran inferiores en número y los que vinieran a la India en flotas futuras también serían siempre superados, por lo que aquella traición debía ser castigada de forma crucial y decisiva con el fin de que fueran temidos y respetados en lo sucesivo. Fue su artillería superior lo que les permitió lograr dicho objetivo. Por lo tanto, los portugueses establecieron un precedente para el comportamiento de los exploradores europeos en Asia durante los siglos siguientes.
REGRESO A EUROPA
Determinados avisos en los relatos del viaje de Vasco da Gama a la India llevaron al rey Manuel I a informar a Alvares Cabral de la existencia de otro puerto, ubicado al sur de Calicut, donde también podrían establecer relaciones comerciales. El lugar al que se hacía mención era Cochín (India), donde la flota desembarcó la vigilia de Navidad.
Cochín era nominalmente un territorio vasallo de Calicut, pero también era dominado por otras ciudades-estado de la India. Su gobernante estaba ansioso por lograr la independencia de la ciudad y, por su parte, los portugueses querían asegurar la hegemonía portuguesa sobre la región. Alvares Cabral forjó una alianza con el gobernante de Cochín y con líderes de otras ciudades-estado con la finalidad de establecer una factoría. Por último, cargado de preciadas especias, la flota arribó a Kannur (Kerala-India) con el fin de negociar una vez más antes de partir en su viaje de regreso a Portugal.
La expedición puso rumbo hacia la costa Este de África. Uno de los navíos encalló en un banco de arena y comenzó a hundirse, pero como no había espacio en los demás navíos, su carga fue abandonada y Alvares Cabral tomó la decisión de incendiar la nave. A continuación, la flota prosiguió en dirección a la isla de Mozambique, a fin de realizar tareas de mantenimiento para que los navíos estuvieran en óptimas condiciones por el agitado pasaje en torno al cabo de Buena Esperanza. Una carabela enviada a Sofala, otro de los objetivos de la expedición, y otra, el navío más veloz de la flota y capitaneado por Nicolau Coelho, fue enviada delante de las demás para dar aviso previo al rey sobre el éxito del viaje. Un tercer navío, comandado por Pedro de Ataíde, se separó de la flota después de partir de Mozambique.
Tras pasar por el cabo de Buena Esperanza, la flota, reducida únicamente a dos navíos, llegó a Bezeguiche (la actual Dakar). Allí encontraron, no sólo la carabela de Nicolau Coelho, sino también la nave comandada por Diogo Dias, perdida hacía más de un año en el desastre del Atlántico Sur. El barco había transitado por varias aventuras y estaba en malas condiciones, con sólo siete hombres enfermos y desnutridos a bordo.
Otra flota portuguesa también fue encontrada en Bezeguiche. Después de que el rey Manuel I fuera informado del descubrimiento de nuevas tierras en lo que sería Brasil, ordenó el envío de una flota menor para explorarlo. Uno de sus navegantes era el italiano Américo Vespuccio, quien dio a Alvares Cabral detalles sobre su exploración, y efectivamente confirmó que había desembarcado en un continente entero y no en una isla.
La carabela de Nicolau Coelho partió primero de Bezeguiche y llegó a Portugal el 23 de junio de 1501. El navío de Alvares Cabral quedó rezagado, a la espera del navío desaparecido de Pedro Ataíde y de la carabela que había sido enviada a Sofala. Ambos navíos terminaron por desaparecer y Alvares Cabral llegó a su país el 21 de julio de aquel año, junto con los otros navíos durante los días siguientes. En total, dos barcos regresaron vacíos, cinco estaban completamente cargados y otros seis se perdieron. Sin embargo, las cargas transportadas por la flota generaron sustanciosas ganancias para la Corona portuguesa. Una vez que las especias fueron vendidas, los ingresos cubrieron los costos del equipo y de la flota de barcos que se perdieron, generando un beneficio únicamente superado por la suma total de estos costos.
“Pocos viajes a Brasil e India fueron tan bien ejecutados como el de Alvares Cabral -afirmó el historiador Bailey Diffie- pues el viaje estableció un camino para la apertura inmediata de un imperio marítimo portugués de África al Extremo Oriente y más tarde un imperio terrestre en Brasil”.
ÚLTIMOS AÑOS DE SU VIDA
Tras el regreso de Alvares Cabral, el rey Manuel I comenzó a planear otra flota para hacer el viaje a la India y así también vengar las pérdidas portuguesas en Calicut.
Alvares Cabral fue escogido para comandar esa de “Flota de Venganza” como fue denominada. Durante ocho meses, realizó los preparativos para el viaje, sin embargo, por razones que aún permanecen inciertas, fue retirado del mando. Al parecer, se había propuesto dar a otro navegante, Vicente Sodré, el comando independiente sobre una parte de la flota, a lo cual Alvares Cabral se habría opuesto abiertamente. Se desconoce si fue despedido o si pidió ser liberado del cargo, de cualquier manera, cuando la flota partió en marzo de 1502, su comandante era un sobrino materno de Vicente Sodré y no Alvares Cabral.
En algún momento, optó por abandonar la corte de forma permanente. El rey se mostró muy disgustado con este asunto, hasta el punto de que su sola mención en su presencia podría acabar en la expulsión de la corte.
A pesar de la pérdida del favor real, Alvares Cabral consiguió un ventajoso matrimonio en 1503 con Isabel de Castro, una noble mujer rica y descendiente del rey Fernando I. Su madre era hermana de Alfonso de Abuquerque, uno de los mayores líderes militares de Portugal durante la llamada Era de los Descubrimientos. El matrimonio tuvo cuatro hijos, dos varones y dos mujeres. También tuvieron otras dos hijas llamadas Isabel y Leonor, las cuales fueron admitidas en sendas órdenes religiosas. El primogénito Fernao fue el único de los dos hijos varones que tuvo descendencia, dado que su hermano Antonio murió en 1521 sin haber contraído matrimonio.
Alfonso de Albuquerque intentó interceder a favor de Alvares Cabral y, el 2 de diciembre de 1514, pidió al rey Manuel I perdonarle y asimismo, permitirle regresar a la corte, pero no lo consiguió.
Alvares Cabral sufría fiebres constantes y temblores desde su viaje, muy posiblemente resultado de la malaria, por lo que se retiró a Santarem en 1509, donde pasó los últimos años de su vida.
En 1518 fue elevado de fidalgo a caballero en el Consejo del Rey, teniendo como derecho a un subsidio mensual de 2.437 reales, lo que venía a sumarse a la pensión anual que le concedieron en 1497.
El gran navegante y descubridor portugués Pedro Alvares Cabral murió de causas no especificadas en 1520, siendo enterrado en el interior de la capilla de San Juan Evangelista en la iglesia del antiguo Convento da Graça en Santarem.
Su legado es extraordinario en los anales de la navegación, siendo considerado un héroe nacional en Brasil. En Portugal, sin embargo, algunos historiadores manifiestan que su prestigio es inferior al de Vasco da Gama. De cualquier forma, Pedro Alvares Cabral es, sin lugar a ningún género de dudas, uno de los personajes más destacados de la Era de los Descubrimientos.