Navegante y explorador portugués, está
considerado como el descubridor de Brasil. Al mismo tiempo es conocido por
haber realizado el descubrimiento muy significativo de toda la costa de América
del Sur.
En realidad se conoce muy poco sobre
la infancia y adolescencia de Pedro Alvares Cabral. Se sabe que nació en
Belmonte, a unos treinta kilómetros de la actual Covilha, en el centro de
Portugal y era hijo de la familia numerosa de Fernao Alvares Cabral e Isabel
Gouveia. Fue bautizado como Pedro Alvares de Gouveia y sólo más tarde, se cree
que tras la muerte de su hermano en 1503, utilizó el nombre de su padre. El
escudo armas de su familia fue elaborado con dos cabras de color púrpura en un
campo de plata. El púrpura representa la fidelidad y las cabras derivan del
apellido de la familia.
Educado como miembro de la nobleza
portuguesa, Cabral fue enviado a la corte del rey Alfonso V en 1479, contando
apenas doce años. Estudió Humanidades, siendo entrenado en la lucha de armas. A
punto de cumplir diecisiete años de edad, en 1484 fue nombrado fidalgo, un título de menor rango que
solía concederse a los jóvenes nobles en aquella época.
Se tiene constancia de que Cabral pudo
haber realizado exploraciones por el norte de África, tal y como lo habían
hecho sus antepasados y como era común entre otros jóvenes nobles de aquel
tiempo. El rey Manuel I, quien ascendió al trono de Portugal dos años antes, le
concedió un subsidio anual de 30.000 reales. En esa misma época fue nombrado
caballero de la Orden de Cristo.
No existe una descripción física con
detalle de Cabral, ahora bien, se sabe que fue un hombre fuerte y llegó a
igualar la estatura de su padre (1,90 metros). Su carácter fue descrito por algunos
de sus biógrafos como culto, cortés, prudente y generoso, tolerante con sus
enemigos, humilde al igual que vanidoso y muy preocupado en relación al respeto
que su posición y nobleza exigían.
EXPEDICIÓN
A LA INDIA
El 15 de febrero de 1500, Alvares Cabral
fue nombrado capitán-mayor de una expedición a la India, siguiendo la ruta
recién inaugurada por Vasco da Gama alrededor de África. El objetivo era
regresar a Portugal con especias valiosas y establecer relaciones comerciales
en la India, tratando de evitar el monopolio que existía en el comercio de las
especias, en manos de los árabes, turcos e italianos.
Era costumbre de aquella época que la
Corona Portuguesa nombrase nobles para comandar expediciones navales y
militares, al margen de su experiencia o competencia profesional. Tal fue el
caso de los capitanes de los navíos comandados por Alvares Cabral en los que la
mayoría eran nobles como él. Esta práctica era arriesgada dado que la autoridad
podría caer en manos de gente con talento como Alfonso de Albuquerque o Joao de
Castro o en otros altamente incompetentes o incapaces.
Han sobrevivido pocos detalles
respecto a los criterios seguidos por el gobierno portugués para escoger a Alvares
Cabral como jefe de la expedición. En el decreto real en el que fue nombrado
capitán-mayor, las razones dadas fueron “méritos y servicios”, pero no se
conocen más datos sobre estas calificaciones. De acuerdo con el historiador
William Greenlee, el rey Manuel I le conocía bien en la corte. Ello, unido al
papel que desarrollaba la familia Cabral, su lealtad a la Corona, la apariencia
personal del propio Alvares Cabral y la capacidad que había demostrado en la
corte y en el consejo, fueron factores determinantes.
Alvares Cabral se convirtió en jefe
militar de una expedición en la que iría acompañado de otros navegantes más
experimentados con la misión de proporcionarle ayuda en asuntos navales, entre
ellos Diogo Dias, Nicolau Coelho y Bartolomeu Dias. Estos navegantes
comandarían, junto con otros capitanes,
un total de trece navíos y unos 1.500 hombres. De este contingente, 700
eran soldados, mientras que los restantes eran gente común sin entrenamiento o
experiencia previa en combate.
La flota tenía sus divisiones. La
primera se encontraba compuesta por nueve naves y dos carabelas con destino en
Calicut, en la India, y el objetivo de establecer relaciones comerciales y una
factoría. La segunda división, constituida por una nave y una carabela, zarpó
desde el puerto de Sofala, en la actual Mozambique. Como recompensa por liderar
la flota, Alvares Cabral tenía derecho a 10.000 cruzados (antigua moneda
portuguesa equivalente a unos 35 kilos de oro) y a comprar 30 toneladas de
pimienta, por su propia cuenta, para transportar de vuelta a Europa. La
pimienta podría entonces ser revendida por la Corona portuguesa, libre de
impuestos. Al mismo tiempo, se le autorizó el hecho de importar diez cajas de
cualquier otro tipo de especia, libre también de impuestos. Aunque el viaje
estaba considerado como muy peligroso, Alvares Cabral tuvo la posibilidad de
convertirse en un hombre muy rico, siempre y cuando lograra regresar con
seguridad a Portugal junto al cargamento. Las especias eran muy raras en toda
Europa y, por tanto, también muy apreciadas.
Con anterioridad, una flota había sido
la primera en llegar a la India pasando por África. Esta pertenecía a una
expedición de Vasco da Gama que regresó en 1499. Durante décadas, Portugal anduvo
buscando una ruta alternativa hacia Oriente, una que excluyera el mar
Mediterráneo que se encontraba bajo el control de las repúblicas marítimas
italianas y el Imperio Otomano. El expansionismo luso llevaría, primeramente, a
crear una ruta a la India y, más tarde, a la colonización en numerosas partes
del mundo.
El deseo de difundir el cristianismo
católico en tierras paganas fue otro factor que motivó la exploración. Había
también una larga tradición de guerra contra los musulmanes, derivada de la
lucha contra los moros durante la construcción de la nación portuguesa. El
conflicto se expandió primero en el norte de África y, finalmente, hasta el
subcontinente indio.
Una ambición que motivó aún más a los
exploradores fue la búsqueda del mítico Preste Juan, un poderoso rey cristiano
con el que se podría forjar una alianza contra el Islam. Por último, la Corona
portuguesa estaba tratando de obtener una participación en el lucrativo
comercio de esclavos y el oro en el oeste de África, además del comercio de
especias procedente de la India.
DESCUBRIMIENTO
DE BRASIL
La flota, bajo el comando de Alvares Cabral
que entonces tenía 32 años de edad, partió de Lisboa el 9 de marzo de 1500 al
mediodía. El día anterior, la tripulación había recibido una despedida pública
que incluyó misa y conmemoraciones con presencia del rey, de toda la corte y
una enfervorizada multitud.
En la mañana del 14 de marzo, la flota
pasó por Gran Canaria, tras lo que puso rumbo a las islas de Cabo Verde, una
colonia portuguesa situada frente a la costa este de África, a la que se llegó
ocho días más tarde. Al día siguiente, una nave con 150 hombres comandada por
Vasco de Ataide, desapareció sin dejar rastro alguno.
La flota cruzó la línea del Ecuador el
9 de abril y navegó rumbo al oeste apartándose lo más posible del continente
africano, utilizando una técnica de navegación conocida como “volta do mar”.
Los marineros vieron algas flotando en el mar el 21 de abril, lo que les llevó
a creer que se encontraban cerca de la costa. Resultó ser justo en la tarde del
día siguiente, miércoles 22 de abril de 1500, cuando la flota ancló cerca de lo
que Alvares Cabral nombró el Monte Pascual (en honor a la semana de Pascua). El
monte localizado se encuentra en lo que en la actualidad es la costa noreste de
Brasil.
Los portugueses detectaron la
presencia de habitantes en la costa y los capitanes de todos los navíos se
reunieron a bordo del navío de Alvares Cabral el día 23 de abril. Acto seguido
mandó a Nicolau Coelho, capitán que había viajado con Vasco da Gama a la India,
desembarcar y hacer contacto, pisando la nueva tierra e intercambiando
presentes con los indígenas.
Tras el regreso de Coelho, Alvares Cabral
ordenó que la flota tomase rumbo hacia el norte, donde a unos 65 kilómetros de
distancia, anclarían el 24 de abril en un lugar que el capitán-mayor llamó
Porto Seguro. El lugar era un puerto natural, y Alfonso Lopes (piloto del navío
principal) trajo dos indios a bordo para hablar.
Al igual que sucediera en el primer
contacto, el encuentro fue amistoso y Alvares Cabral ofreció regalos a los
nativos. Los habitantes eran cazadores-recolectores descritos como
pertenecientes a la “Edad de piedra”, a los cuales los europeos atribuirían la
etiqueta genérica de “indios”. Los indígenas recolectaban alimentos por medio
de la caza y la pesca, en tanto sus mujeres se dedicaban a la agricultura de
subsistencia. Aquellos nativos estaban divididos en numerosas tribus rivales, y
la tribu que Alvares Cabral encontró fue la tupiniquim.
Algunos de ellos eran nómadas y otros sedentarios, y aunque dominaban el fuego,
no conocían los metales. Algunas de estas tribus practicaban el canibalismo.
El 26 de abril (domingo de Pascua) Alvares
Cabral ordenó a sus hombres la construcción de un altar en la nueva tierra,
donde Henrique de Coimbra ofició una misa católica, de la que se tiene
constancia fue la primera misa celebrada sobre lo que sería Brasil. Se ofreció
vino a los indios, quienes no gustaron de la bebida. Los portugueses
desconocían que se trataba de un pueblo que se jactaba del conocimiento de
bebidas alcohólicas fermentadas, pero obteniéndolas de las raíces, tubérculos,
cortezas, semillas y frutas.
Durante los días siguientes se
almacenó agua, alimentos, madera y otros suministros. Los portugueses también
construyeron una enorme cruz de madera.
Alvares Cabral constató que la nueva
tierra descubierta se encontraba al este de la línea de demarcación entre
Portugal y España que había sido establecida en el Tratado de Tordesillas. El
territorio estaba, por tanto, dentro del hemisferio atribuido a Portugal.
Para solemnizar la reivindicación de
Portugal sobre aquellas tierras, se levantó otra cruz de madera y una segunda
misa fue celebrada el 1 de mayo. En honor a la cruz, Alvares Cabral nombró a
las nuevas tierras descubiertas Ilha de
Vera Cruz.
Al día siguiente, un navío de
suministros bajo el mando del capitán Gaspar de Lemos o André Gonçalves (no se
sabe a ciencia cierta), regresó a Portugal para informar al rey del
descubrimiento por medio de una carta escrita por Pero Vaz de Caminha.
Continuará