Nacido en el seno de una familia noble en Jerez de la Frontera (Cádiz), algunos historiadores no se ponen de acuerdo en lo referente a distintos aspectos de su vida, de ahí que al respecto aún queden muchas incógnitas por desvelar. Huérfano de padre y madre, pronto entró al servicio de la Casa de Medina Sidonia.
PRIMER VIAJE A AMÉRICA
En junio de 1527 partió de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) partió como segundo de a bordo en la malograda expedición que capitaneaba el gobernador Pánfilo Narváez, llegando hasta las costas de Florida y aventurándose hacia el interior de dicha península en búsqueda de oro. Aseguran que el encuentro con algunas tribus indígenas tuvo fatales consecuencias, de ahí que, diezmados y con las manos vacías regresaran a la bahía de Tampa, donde no encontraron sus navíos.
A tenor de lo que escribió Cabeza de Vaca en su obra Naufragios, los supervivientes llegaron a construir frágiles embarcaciones de cuero de caballo con las que pensaban alcanzar las costas del golfo de México, pero naufragaron en la desembocadura del río Pánuco. El propio Narváez, líder de la expedición desapareció con la mayor parte de la tripulación, mientras que Cabeza de Vaca salvó la vida junto con otros tres compañeros: Andrés Dorantes, Alonso del Castillo y Estebanico. Este último fue el primer hombre nacido en África que pisó territorio que en la actualidad pertenece a Estados Unidos, y aunque se le llegó a describir como “negro”, queda la duda de si era originario de la etnia bereber (moro) o si procedía del África subsahariana.
Estando en la creencia de que en estas tierras del norte encontrarían oro y por temor a los aborígenes de la costa, remontaron el río Bravo en lugar de dirigirse al asentamiento español en el río Pánuco. En sus memorias llegó a contar que, a lo largo del viaje hacia el noroeste de México, llegaron a ejercer de curanderos mediante la imposición de manos y realizando algunos rezos en latín. Cuando Cabeza de Vaca extrajo con éxito una flecha que un indígena tenía clavada cerca del corazón, la fama de curanderos y gente de bien llegó a extenderse entre las tribus indígenas, por lo que lograron ganarse su confianza y evitar ser apresados.
Realizaron diferentes exploraciones en busca de una ruta para regresar a la Nueva España , por lo que en la actualidad es Estados Unidos y norte de México, a través del río Grande del Norte, atravesando las áridas mesetas de Chihuahua y cruzando el río Bravo a través de Sierra Madre. Fueron rescatados en 1526 cerca de Culiacán, en la costa mejicana del Pacífico, dos años después de su escapada y por un grupo de exploradores españoles que comandaba el capitán Melchor Díaz.
Su travesía por las regiones norteñas interesó a las autoridades y Cabeza de Vaca y sus compañeros fueron oficialmente interrogados, siendo curiosamente los primeros europeos que dieron testimonio de la existencia del búfalo americano, el bisonte. Pero Cabeza de Vaca contó además fabulosas historias que pasaron a engrosar las leyendas referidas al Nuevo Continente. Así, su narración sobre la existencia de las Siete Ciudades Doradas de Cíbola, colmadas de oro y piedras preciosas, terminó alentando la posterior expedición de Alvarado en 1540.
Las autoridades mejicanas le instaron a regresar al norte como conquistador, pero él rehusó. Sin embargo, al compañero Estebanico sí se le envió nuevamente al norte en misión de reconocimiento y evangelización.
Alvar Núñez Cabeza de Vaca regresó a España en 1537, donde fue distinguido por el rey Carlos I con el título de Segundo Adelantado del Río de la Plata , mediante capitulaciones firmadas en marzo de 1540. El contrato le otorgó un generoso diezmo sobre todo lo que encontrase en aquella desconocida región en futuros viajes.
Durante aquella expedición recogió las primeras observaciones etnográficas sobre las poblaciones indígenas del golfo de México en su obra Naufragios, describiendo con detalle sus vivencias y la de sus tres compañeros, quienes atravesaron a pie el suroeste de los actuales Estados Unidos y norte de México. Naufragios fue considerada la primera narración histórica sobre aquellos territorios. Se publicó en 1542 en Zamora y tres años más tarde en Valladolid.
SEGUNDO VIAJE A AMÉRICA
Alvar Núñez Cabeza de Vaca partió de nuevo hacia el continente americano, sin poder obviar una gran incertidumbre sobre lo que allí le aguardaba, dado que se desconocía la suerte de Pedro de Mendoza, su predecesor en Río de la Plata y máxime considerando que, los títulos que le fueron concedidos dependían de que el propio Mendoza y su lugarteniente Juan de Ayolas, siguieran con vida.
La expedición desembarcó en la isla de Santa Catalina, en el territorio que por aquel entonces se llamaba La Vera o Mbiazá y que correspondía a la Gobernación del Paraguay (actualmente forma parte del estado brasileño de Santa Catarina). Cuando puso pie a tierra, de inmediato fue informado de la muerte de sus predecesores tras diferentes enfrentamientos con los indios. Asimismo se enteró de las múltiples penalidades de los pobladores españoles de la región de Buenos Aires.
Desde la citada isla de Santa Catalina marchó en un viaje por tierra y a lo largo de casi cinco meses, para auxiliar a estas regiones y con el propósito de llegar a la entonces recién fundada villa y fuerte de Asunción del Paraguay, sede de la Gobernación del Río de la Plata.
Guiado por indígenas tupís-guaranís cruzó con su expedición por selvas, ríos y montañas. Durante su recorrido descubrió las famosas cataratas de Iguazú: “el río da un salto por unas peñas abajo muy altas, y da el agua en lo bajo de la tierra tan grande golpe que de muy lejos se oye; y la espuma del agua, como cae con tanta fuerza, sube en alto dos lanzas y más…”
Instalado en Asunción, se dedicó a la reorganización del gobierno y dirigió una expedición a la Sierra de la Plata , en Potosí. La empresa fracasó, pero sirvió para seguir alimentando las leyendas referentes al Amazonas y el mítico El Dorado.
Bien pronto entró en conflicto con los capitanes y colonos españoles establecidos en Asunción que, alentados por Domingo Martínez de Irala, rechazaban la autoridad del gobernador y sus proyectos de organizar la colonización del territorio olvidándose de perseguir los quiméricos tesoros de los que hablaban los mitos indígenas. Hombre en extremo piadoso y comprometido en la defensa de los pueblos indígenas frente a la barbarie de los conquistadores, se propuso erradicar la anarquía y domeñar a los insurgentes, lo cual provocó que los descontentos se sublevaran en 1544 y le expulsaran violentamente por tratar de favorecer a los indígenas.
A partir de entonces, Martínez de Irala emprendió un brutal avance hacia el oeste, devastando las regiones a su paso y aniquilando a los pobladores nativos.
En realidad, Cabeza de Vaca fue enviado a España por haber exigido el cumplimiento de las Leyes de Indias, las que protegían al indígena de los abusos de los conquistadores, entre otras medidas poco políticas, siendo acusado de abuso de poder por sus detractores. El Consejo de Indias le juzgó y desterró a Orán en 1545. Una pena que quizá no llegó a cumplir en su totalidad, dado que recurrió la sentencia y siguió peleando hasta el final de su vida con el propósito de ver restablecido su honor.
Después de ocho años de destierro, recibió el perdón del rey Felipe II y regresó a España.
Los últimos años de su vida continúan siendo una incógnita. Resulta improbable, como se ha llegado a afirmar, que ostentara ningún cargo de relevancia. Aunque no existe constancia de ello, pudo haber tomado los hábitos y acabar sus días en Sevilla (1560) en el silencio de un monasterio.