ROALD AMUNDSEN (1872 – 1928) (2ª Parte)

LA GRAN AVENTURA DEL POLO SUR
No hizo público su cambio de planes de manera inmediata, ante la posibilidad de que Nansen se negase a prestar el Fram para el viaje antártico. Al enterarse Nansen, apoyó la expedición. Cuando llegó a la isla de Madeira, Amundsen envió por telegrama la noticia de su expedición a Robert Falcon Scott, otro explorador que pretendía alcanzar el Polo Sur y que sería su rival en esa carrera.
El 14 de enero de 1911 llegó el Fram a la plataforma de hielo de Ross, en el mar del mismo nombre. Allí ancló el navío en la llamada Bahía de las Ballenas y Amundsen levantó su campamento, al que llamó Framheim. Por su parte, Scott se había establecido en MacMurdo Sound, 96 kilómetros más lejos del polo que Amundsen. Mientras los planes de Scott eran seguir la ruta de Ernest Shackleton por el glaciar Beardmore hasta la meseta Antártica, Amundsen pretendía crear su propia ruta, y decidió subir los montes Transantárticos hasta llegar a la meseta Antártica.
En febrero, marzo y abril de 1911, los expedicionarios colocaron puestos de avituallamiento en los paralelos 80°, 81° y 82° Sur en línea directa hacia el polo, una práctica que les permitiría probar las condiciones del lugar, así como el funcionamiento de los equipos. Durante el invierno, los expedicionarios se dedicaron al mejoramiento del equipo, en particular de los trineos. Olav Bjalland logró disminuir significativamente el peso de los trineos. El 4 de febrero de 1911, una parte del equipo de Scott realizó una visita amistosa en barco a Framheim.
El 8 de septiembre de 1911 salió la expedición rumbo  al polo, aprovechando un aumento en la temperatura que parecía un calentamiento primaveral. El equipo consistía de ocho personas. Pero poco después de la salida, las temperaturas bajaron drásticamente hasta menos de -51 °C. Cuatro días después alcanzaron el puesto de 80°S, dejaron sus suministros y regresaron rápidamente a Framheim. El resultado de esta malograda expedición fue el desencuentro entre Amundsen y Johansen, quien fue expulsado del equipo del Polo Sur. Amudsen decidió reorganizar al equipo: Prestrud, Johansen y Stubberud fueron comisionados para la exploración de la Tierra de Eduardo VII, descubierta previamente por Scott, mientras que Amundsen, Bjaaland, Hanssen, Hassel y Wisting formaron el nuevo equipo del Polo Sur.
Amundsen y su equipo partieron el 19 de octubre de 1911 con cuatro trineos y 52 perros de raza groelandesa. El alimento del equipo constaba de una ración personal diaria de 380 gramos de galletas, 350 de pemmican, 40 de chocolate y 60 de leche en polvo, mientras que los perros fueron alimentados con 500 gramos de pemmican diarios.
El 23 de octubre alcanzaron el puesto de los 80° y el 3 de noviembre el de 82°, el último. El día 15 de noviembre, se alcanzó la latitud de 85° Sur, quedando al pie de los montes Transantárticos. Ascendieron los montes y el 21 de noviembre llegaron a la meseta Polar, que sería renombrada como meseta del Rey Haakon VII, mientras que los montes adyacentes fueron bautizados como montes de la Reina Maud. Allí levantaron un campamento que recibiría el nombre de La Carnicería, en el que serían sacrificados 24 perros. Una parte de la carne sería empleada para alimentar a los perros sobrevivientes, y el resto se almacenaría para el viaje de regreso. Sometidos a tempestades al cruzar por senderos bastante escarpados, llegaron a los 87° el 4 de diciembre y tres días después, alcanzarían el punto más al sur de la expedición de Shackleton: 88º 23’ Sur, quedando a 180 kilómetros del Polo Sur.
El Polo Sur es un lugar solitario. En todas direcciones se dilata un escenario de absoluta desolación, una extensión plana de hielo y nieve barrida por los vientos, tan blanca bajo el claro verano del Ártico que llega a cegar los ojos y envuelta en sombra impenetrable durante la larga noche antártica. Inhóspita y  desafiante a la vez.
Entrada ya la tarde del 14 de diciembre de1911, el silencio absoluto del extremo meridional del eje terrestre quedó roto por vez primera por el sonido de voces humanas. Donde el hombre no había puesto jamás su huella, Roald Amundsen y sus cuatro compañeros noruegos se felicitaban mutuamente. Eran los primeros en llegar al Polo Sur.
Constituía éste uno de los grandes logros en la historia de las exploraciones. Sin embargo, la reacción de Amundsen fue mesurada: "La meta había sido alcanzada, se había llegado al término del viaje -escribiría más tarde- No puedo decir, aunque sé que sonaría mucho mejor, que hubiera alcanzado el objeto de mi vida. Sería novelar demasiado descaradamente. Más me valdrá ser honesto y aceptar con sencillez que no he sabido nunca de un hombre que se encontrara en una posición tan diametralmente opuesta al objeto de sus deseos como yo en aquel momento. Los alrededores del polo Norte -el polo mismo, digamos de una vez- me habían atraído desde la infancia, y allí estaba yo, en el polo Sur ¿Puede imaginarse mayor desatino?”.
Estas reflexiones eran los pensamientos de un hombre de firme voluntad, que no veía la vida como una aventura sino como muchas. Según él mismo admitía, no había llegado a explorador por casualidad. En cierta ocasión explicó: "Mi carrera ha sido una marcha continua hacia una meta definida desde que tenía quince años. Todo lo que he realizado ha sido fruto de una vida planificada, de cuidadosa preparación y de trabajo concienzudo y duro”.
El Polo Sur fue alcanzado el 14 de diciembre de 1911.
Amundsen levantó en pleno polo su campamento, llamado Polheim. Decidió dejar una tienda con una carta en su interior que daba testimonio de su logro, en el caso de que el equipo no pudiese regresar a Framheim.
La expedición del británico Robert Falcon Scott, bastante desafortunada, alcanzaría el polo 35 días después.

LA COMPARACIÓN ENTRE LAS EXPEDICIONES DE AMUNDSEN Y SCOTT
La gran diferencia estratégica entre ambas expediciones fue que Amundsen basó su transporte exclusivamente en trineos con perros groenlandeses, mientras que Scott contó con el uso de caballos mongoles. Amundsen decidió sacrificar varios perros antes de llegar al polo y almacenar la carne para el regreso; esta estrategia le permitió aminorar el peso del alimento de los perros y asegurar la alimentación de los animales supervivientes en el viaje de vuelta.
Los caballos de Scott tenían que cargar sacos con avena para su alimentación, lo cual aumentaba su peso y sus posibilidades de hundirse en la nieve.
Otra desventaja era que a los caballos el sudor se les congelaba en la piel mientras que los perros regulan su temperatura sin sudor. De modo adicional, parece ser que la expedición de Amundsen contaba con un mejor equipamiento y vestido de mayor resistencia al frío. Todos los caballos de Scott murieron y el equipo tuvo que valerse de su propia fuerza. Además, Scott agregó en el último momento un miembro extra en el equipo, lo que motivó un desajuste en las raciones alimenticias.
Mientras que Amundsen realizó un viaje eficaz y sin grandes contratiempos, Scott llegó con graves penurias al polo, encontró la tienda de Amundsen, y tanto él como su equipo fallecieron durante el viaje de regreso debido a su falta de preparación, ropa inadecuada y ausencia de víveres suficientes. Además también tenían problemas internos y diferencias ostensibles de criterio entre ellos.
Por otro lado, en su libro An empire of ice, del ganador del Pulitzer Edward J. Larson, se indica que Scott puso la ciencia como un objetivo prioritario en su conquista del Polo Sur, a diferencia de Amundsen, visiones por cierto contrapuestas que ya han sido tratadas por otros autores; de hecho, la expedición de Scott estaba conformada por sólo cuatro de sus hombres, dejando a los otros 27 (entre científicos y oficiales navales) en el campamento base realizando mediciones científicas o haciendo exploraciones paralelas, Amundsen, mientras tanto, instaló un campamento a un centenar de kilómetros del Polo Sur e inició el camino rápidamente. Scott quedó en desventaja en su competencia frente al explorador noruego, un aventurero polar con experiencia y probada habilidad a quien sólo le importaba ganar la carrera por llegar al Polo Sur.
La noticia del éxito de Amundsen llegó a Europa antes de que se conociera el destino fatal sufrido por Scott y sus hombres. Cuando su trágica historia fue publicada, hizo estremecer el corazón de los británicos. Su diario se convirtió en un éxito de ventas y rápidamente fue elevado a la categoría de leyenda, convirtiéndose en el mayor héroe de la Royal Navy desde Horatio Nelson, y en el primer gran héroe británico del siglo XX.
La leyenda de Robert Falcon Scott permaneció inalterable durante sesenta años, hasta que historiadores revisionistas empezaron a desmontarla, en especial una despiadada biografía comparada de Roland Huntford, publicada en 1979 con el título Scott and Amundsen/The Last Place on Earth (Scott y Amundsen/El último lugar de la Tierra), que destruía la leyenda y criticaba las motivaciones, el liderazgo, el juicio y la capacitación de Scott. Publicado en una época en la que los valores que ejemplificaba la odisea de Scott no estaban tan en boga, esta visión revisionista del héroe antártico obtuvo un gran apoyo entre el público; tanto, que llegó a reemplazar a la leyenda original, lo que motivó que el moderno explorador polar Ranulph Fiennes publicara posteriormente una obra defendiendo la reputación de Scott.

ÚLTIMAS EXPLORACIONES DE AMUNDSEN
En 1913 Amundsen visitó los Estados Unidos, donde impartió una serie de conferencias sobre sus viajes. Después de un vuelo en avión a San Francisco y su contacto con Lincoln Ellsworth, comenzó a considerar una nueva expedición al Polo Norte, esta vez por vía aérea. De regreso a Noruega, se interesó cada vez más por la aviación, tomando lecciones de vuelo en el Departamento Noruego de Defensa. En 1914 recibió su certificado de vuelo, el primero que recibía un civil en aquel país.
Al filo de 1918, Amundsen comenzó una nueva expedición, esta vez con un barco propio, el Maud, construido dos años antes, con el que planeaba surcar el paso del Noreste, viajando desde el océano Atlántico hasta el Pacífico a través del océano Glaciar Ártico, por la costa siberiana de la Unión Soviética. El proyecto de Amundsen consistía en congelar el Maud en un banco de hielo flotante y navegar a la deriva, como lo había hecho previamente Nansen con el Fram. La expedición duró dos años, de 1918 a 1920, y no tendría los resultados esperados. No obstante, se realizaron investigaciones científicas bastante importantes.
Fue en 1925 cuando llevó a cabo su propósito de realizar una expedición aérea al Polo Norte. Junto con Lincoln Ellsworth y varios acompañantes más salieron de Ny-Alesund, (asentamiento científico en la isla de Spitsbergen, en el archipiélago de Svalbard), en dos aviones, el N-24 y el N-25 con destino a Alaska. El equipo alcanzó los 87° 44' Norte, la latitud más septentrional alcanzada por un avión en aquel tiempo.
Ambos aviones aterrizaron a unos 150 kilómetros del Polo Norte, y eventualmente las tripulaciones se reunieron. El N-24 se averió y el equipo trabajó durante cuatro semanas, tratando de limpiar el hielo para crear una improvisada pista para el despegue. Con una ración diaria de 400 gramos de alimento, el equipo logró retirar 600 toneladas de hielo. Los seis hombres abordaron el N-25 y lograrían abandonar el lugar gracias a la maniobra del piloto Riiser-Larsen, que logró despegar con exceso de peso. Su regreso a Spitsbergen fue recibido con regocijo, pues se creía que se habían extraviado.

TRÁGICA MUERTE EN EL ÁRTICO
 En 1926 Roald Amundsen, junto con Ellsworth, Riiser-Larsen, Oscar Wisting y el ingeniero italiano Humberto Nobile realizó una nueva expedición aérea al Polo Norte, a bordo del dirigible Norge, diseñado por Nobile. Salieron de Spitsbergen el 11 de mayo y llegaron a Alaska dos días después, pasando por el Polo Norte. Amundsen y Wisting se convirtieron en los primeros hombres en alcanzar ambos polos. Esta expedición fue narrada por Amundsen en su libro Sobre el Polo Norte en dirigible.
Tras el regreso de la expedición tuvo lugar una disputa entre Amundsen y Nobile, motivada por desacuerdos sobre a quién pertenecía el honor de haber surcado el Ártico. Al año siguiente, Nobile encabezó su propia expedición ártica a bordo del dirigible Italia. Al regresar del Polo Norte, el dirigible se perdió, y Amundsen, sin vacilar un instante, formó parte del equipo de rescate que salió de Tromso el 18 de junio de 1928, a bordo del hidroavión francés Latham.
Poco después se encontró cerca de la costa de Tromso un flotador del hidroavión. La creencia fue que el hidroavión se estrelló en el mar de Barents, cerca de la isla Bjørnøya y que Amundsen falleció en el accidente. Las misiones de rescate por parte del gobierno noruego finalizaron tres meses después, en septiembre, cuando se perdió toda esperanza de encontrar con vida al explorador. Su cuerpo nunca fue encontrado, por el contrario, Nobile fue rescatado y hallado con vida.
El hombre que desde su juventud se sintió irresistiblemente atraído por el Ártico, halló allí su muerte.
Sin duda, lo que de él escribió su viejo amigo Fridtjof Nansen no fue sino el eco de los sentimientos de muchos: "Halló una tumba ignorada bajo el hielo inmóvil, pero estoy seguro de que su nombre brillará largamente como nuestras auroras boreales. Llegó a nosotros como un meteoro que fulgurara en los cielos tenebrosos. De pronto el astro se extinguió y quedamos abandonados mirando tristemente el lugar vacío”.
El gobierno noruego estableció el 14 de diciembre -día del Polo Sur- como la jornada en memoria de Roald Amundsen. Un hombre cuyo legado quedará perpetuado para siempre en el mundo de la exploración.